La izquierda, a prueba

Escrito por David Navas Pires
Viernes, 13 Octubre 2017 15:57

La izquierda va a peor. Cada vez tiene menos sentido. Es irracional, demagógica y cada vez mas radical. Sus ideas se transforman y desvían hacia la propia intolerancia que dicen atacar. No consiente y se forma entorno a los estereotipos formados durante décadas, y además, exponencialmente ante cada derrota electoral y cada humillación intelectual.
 
El movimiento independentista izquierdista catalán es prueba de ello, como lo es Podemos y sus mentiras afrodisíacas. No toleran constituciones salvo las suyas. No comparten los principios de libertad o de justicia. Solo la que persiguen sus ideales revolucionarios y destructivos.
 
La izquierda no quiere respetar el Estado de Derecho que somete a todos a la Ley, pero no dudan en confirmar que en caso de gobernar ellos, todos deben respetar sus reglamentos, pues, solo ellos poseen la voz del pueblo, el resto son todos burros, incompetentes y adoctrinados.
 
La izquierda pretende utilizar el poder inigualable del Estado para robar descaradamente. Solo hay que ver o leer sus programas electorales, o sus debates cuasiintelectuales, en los que para poder llegar a algún sitio, se debe limitar cuanto existe al poder del gobierno. Se debe limitar los sueldos, regular cada centímetro cuadrado de nuestra tierra, y controlar cuanta cámara grabe por el bien de la comunidad.
 
Pero su imagen ha sido y es más visible cada día que pasa. Siguen otorgando peso a la guerra civil. No conoce otra forma de llegar a las masas que no sea inundando corazones y utilizando la más rastrera de las herramientas, la demagogia pura doblega almas. Pero como no siempre consiguen sus anhelados votos, utilizan la palabra de aquellos a quienes creen que representan monopolísticamente. Insisten en que son la voz del pueblo llano, del currante y del pagador. Y que en estas elecciones la mitad haya votado a la derecha, no les es suficiente motivo. Llama incultos e ignorantes o les etiquetan de fachas.
 
Consideran suya la calle, la ley y la justicia o por si fuera poco, mencionan la libertad con contextos ofensivos para tan embriagante palabra perseguida durante siglos, ya desde los clásicos que no tenían nada que ver con la excesiva visión igualitaria del socialismo. Sigue defendiendo la Venezuela antiparlamentaria y dictatorial y la Cuba que vive en el siglo XX. Hasta considera un logro que haya un médico por edificio y lo llaman insistentemente como progreso, mientras el mercado en Europa, las inversiones y las tecnologías permiten aumentar la media de edad hasta los 85 nada menos que a 400 millones de personas.
 
Pero sigue siendo ilustrativo. La izquierda es la reina, (bueno, la jefa de Estado republicana) de la etiqueta, la dueña de la pegatina, y se puede observar, sin duda alguna, en estas ultimas semanas ante la horda independentista cuasi bélica que estamos viviendo.
 
Todo, absolutamente todo, es facha y de extrema derecha. Defender la bandera constitucionalista, aprobada y apoyada por el propio PC español en los 70. Por todo el pueblo español (Catalunya la aprobó en un 80%), incluso los partidos más conservadores o católicos extremistas, es de ser facha. Si quieres la unión, eres facha. Si te parece bien o apoyas el parlamentarismo, es porque eres facha. Si votas a otro partido que no sea el ideal socialista, eres facha. Es indignante, no puede uno sentirse español y estar en contra de unas urnas ilegales; si es así, es porque eres facha. Si eres trabajador por cuenta ajena, y no votas a la izquierda, es porque eres facha o eres tonto. Si hay una huelga universitaria, no estás de acuerdo, y quieres entrar a estudiar, o una huelga laboral y quieres ir a trabajar porque no estás de acuerdo con ella, es porque eres facha.
 
Pero no deja de ser curioso. El franquismo era otra cosa. Era un poder absoluto dirigido por el mismo dictador. No existía libertad de opinión, y procura no ofender en cualquier texto a las élites católicas porque acabarías mal. En el franquismo todo se subordinaba al Estado, dirigido por él y él, de forma directa o indirecta, era la Ley. Como lo fue Stalin (comunista), Hitler (nacional-socialista), Mussolini (socialista) y el resto de dictadores semiemperadores. Donde no existía nada parecido a la elección o la justicia y todo estaba controlado, sometido o castigado.
 
Y que me maten si esta España en la que vivo es así. No se parece en nada, incluso habiendo la preocupante corrupción y los extremistas de uno y otro lado, que se echan la basura unos a otros, cuando todos ellos deberían mirarse los pies, pues todos tienen que callar.
 
David Navas Pires
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