El bocadillo

Escrito por Francisco Gómez Caja
Viernes, 01 Septiembre 2017 17:18

Hay una canción que me encanta es “aquellas pequeñas cosas” porque en el mundo estas nos indican el camino a seguir, y si no las sabemos ver es el camino hacia donde nos llevan. Creo que nos va bien la parte que dice: Como un ladrón te acechan detrás de la puerta. Te tienen tan a su merced como a hojas muertas que el viento arrastra de allá o aquí, que te sonríen triste, y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve.
 
Durante toda mi vida laboral he pensado que trabajando ocho horas seguidas tenía derecho a comerme un bocadillo, y lo tenía, pero ahora me he enterado que tenía que haber pagado ese tiempo, en mis últimos años era lo contrario como me lo tenía que comer en el puesto de trabajo me lo pagaban.
 
Resulta que el Tribunal Supremo nos dice a través de la empresa situada en nuestro famoso Parc Sagunt “Zumos del Mediterráneo”, que el bocadillo es una especie de gracia del empresario, y esta empresa era tan generosa que regalaba 7´5 minutos para el bocata. Esto era en el año 2007 cuando se instalo, y en el año 2014 quería quitarlo, en el 2017 los tribunales le dan la razón, les dicen a los trabajadores que simplemente es que el empresario ha cesado en su tolerancia.
 
-Era tan tolerante que permitía comer bocadillo regalándoles esos minutos, podrán comerlo pero ese tiempo lo tendrán que pagar-
 
Los currantes siempre regalamos a la empresa mucho más de 15 minutos cada día. Sólo en los cambios de turno la empresa tiene dos trabajadores por el precio de uno, puesto que éstos se comunican los problemas e incidencias que puede haber en la producción para el buen funcionamiento. Son tiempos que van en beneficio de todos y de una buena convivencia, pero hoy las empresas están por humillar, esclavizar y denigrar al trabajador, y esto lo hacen gracias a los gobiernos de turno, que no están por humanizar el sistema.
 
Está pasando ahora algo que no ocurría tan masivamente en los países desarrollados desde el siglo XIX. Pocas veces se ha conseguido condensar tanta injusticia en una realidad que se define con la frase “Trabajo pero sigo siendo pobre” Este verano hemos tenido una de las primeras reivindicaciones de las muchas que habrá progresivamente en este país a partir de septiembre.
 
Los vigilantes de seguridad del aeropuerto del Prat de Barcelona, 350 trabajadores que cobran 900 euros, que tienen que hacer un montón de horas extras a 8 euros, y que no pueden ir ni al lavabo.
 
Nuestra normativa laboral reciente establecida por este gobierno permite la licitación de los trabajos a la baja, por ello cada vez los sueldos son más pequeños, y los empresarios ganan más dinero, algo que no ocurriría si los sindicatos no hubieran hecho dejación de sus principios plegándose a los llamados gobiernos de izquierdas que no lo eran, lamentablemente ahora ya tienen poca solvencia, han perdido la fuerza de los trabajadores por su poca credibilidad, y cada grupo reivindica de forma independiente.
 
Pronto toda España estará en huelga porque con el inicio de la crisis los sueldos se redujeron sin más, algunos entre un 40 y un 50%. Ahora dicen que esta se ha superado, pero los sueldos siguen igual o más bajos. Los voceras de turno que están en la televisiones nos dicen que es una barbaridad subir un 27% (sería una barbaridad si fuera de su sueldo, no de un sueldo tan bajo). No lo es para el que lamentablemente tiene que decir “Trabajo pero no tengo para poder vivir”.
 
Vemos como las empresas de energía vendidas por los gobiernos, y los servicios adjudicados a empresas privadas sangran a todos para ganar más, y las multinacionales no se han bajado los beneficios como bajaron el sueldo a los trabajadores.
 
Hay un economista que comparó la sociedad occidental moderna con el equilibrio de una bicicleta, cuyas ruedas se mantienen girando gracias al crecimiento económico. Si en algún momento cesa ese movimiento que le impulsa hacia adelante, o se aminora la velocidad, empezaría a resquebrajarse nuestro mundo, se volvería un lugar cada vez más inhóspito acabaríamos enfrentándonos a un colapso social.
 
Todos sabemos que siempre tiene que haber una pequeña desigualdad, porque si el esfuerzo no se recompensa de alguna forma, al final nadie se esforzaría. Por tanto debemos admitir que debe existir cierta desigualdad, pero esta se ha desbocado hasta tal punto que según los anales de la economía, en los años 70, aquellos en los que yo empezaba trabajar, la diferencia entre mi sueldo y el de un alto cargo de la empresa estaba por encima entre 20 y 30 veces, la diferencia actualmente entre un currante y el ejecutivo está en unas 200 veces es decir el currante del aeropuerto gana 900 el que dirige la empresa 180 mil. Esto que parece una barbaridad es una realidad.
 
Por no irnos lejos, ya que hay miles de fortunas en el mundo, el señor Amancio Ortega con una fortuna de más de 60mil millones de euros, en cuatro años la ha incrementado en 7mil millones más, creen que esto se hace subiendo los sueldos o regalando el tiempo del bocadillo a los trabajadores.
 
La mitad de la población mundial vive con menos de tres dólares al día, por esto medio mundo se viene hacia el otro medio. ¿Cuánto tiempo durará esto? mucha gente joven llegando a países con mucha gente mayor. Las personas jóvenes son propensas al radicalismo y a la belicosidad, por ello esto es un coctel explosivo. ¿Creen los gobiernos que defienden estas diferencias entre seres humanos, que esto lo van a poder parar?
 
Parece ser que ya nos hemos dado cuenta que podemos acabar con este mundo que conocemos no respetando a la naturaleza, no respetando la ecología, y cada día nos damos cuenta de los desastres que estamos produciendo con nuestro comportamiento y con nuestra contaminación. Estamos entrando en una fase de incertidumbre creciente. ¿Qué va a pasar con el planeta? ¿Como de cerca estamos ahora del no retorno?
 
Somos conscientes del riesgo socioeconómico que habita entre nosotros, creo que no, y la desigualdad es una importante causa de inestabilidad social, y de tornarse extrema puede resultar fatal para todos, ricos y no ricos.
 
No creo que por mucho tiempo, la sociedad siga llorando cuando nadie la ve. Creo que habrá un instante en que la sociedad se dé cuenta de que todos dependemos de todos, (me gusta soñar que lo harán esos locos bajitos).
 
Un abrazo de Paco.
 
Francisco Gómez Caja

 

 

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