Soñando con leones

Escrito por Pablo Abelleira Barreiro
Viernes, 07 Julio 2017 16:22

Que un Domingo a la mañana suene la alarma de tu teléfono a las seis y pico es algo poco agradable para el día que fue creado para descansar. Sin embargo, para ciertas personas de nuestra ciudad se ha convertido en norma habitual durante estos últimos años. Es una historia simple. Sin pedir nada a cambio se levantan para trabajar, repito, sin pedir nada a cambio. Aún así, puedo asegurar que es uno de los momentos de desconectar y pasar un rato agradable con amigos y amigas que disfruto casi todas las semanas, y en un entorno privilegiado.
 
Pero ¿quién se levanta un domingo a esas horas?, me comentaron recientemente, al intentar captar a alguien más joven. Ese es un horario de jubilados, me dice. Yo no sé si seré tan mayor, pero este comentario me trajo a la memoria una historia similar. ¿Por qué los viejos despertarán tan temprano? ¿Será para tener un día más largo? Es una frase de El viejo y el mar, un libro bellísimo que por casualidades de la vida he llegado a leer tres o cuatro veces en tres o cuatro idiomas. El americano pamplonés universal transmite mejor que nadie en una historia simple que en la vida nada nos tiene que vencer, por más difícil que se nos presenten los obstáculos debemos afrontarlos y superarlos y seguir siempre adelante. El camino del éxito. Hay novelas a las que volvemos muchos años más tarde para descubrir nuevos tonos que pasaron desapercibidos en nuestro primer viaje por sus páginas.
 
El éxito es algo que demasiado a menudo es asumido como el indicador del valor de las personas. Ese éxito no pertenece en este caso a un particular estatus y tampoco tiene que ver con el tiempo que ha llevado llegar hasta el y menos con la integridad que se ha demostrado durante todo este camino. El logro en este caso es que estas personas continúan haciendo aquello que creen que deben hacer lo mejor posible dentro de sus capacidades. Cuanto mayor sean los retos y los obstáculos más firme se mantiene su espíritu. Esa es la razón por la que las personas nunca deben rendirse y continuar.
 
Sí, son unas simples historias en la superficie, pero con un mensaje y una relevancia que trasciende el tiempo y el lugar. Hablamos de orgullo, respeto y tenacidad. Son historias que son más una actitud hacia la vida y ofrecen numerosas lecciones al resto de la gente. Estoy orgulloso de los voluntarios (y voluntarias) del patrimonio.
 
Algo más de un año ha llevado limpiar una superficie que no representa quizás algo más de un diez por ciento de la superficie interior de la fortaleza de Sagunto, pero hay que verlo. En este algo más de un año no solo agradecer a las personas que se han mantenido constantes cada domingo a la mañana en su esfuerzo, sino también a aquellos que han querido apoyar de otra manera, como la panadería que cada domingo regala 10 barras de pan de agua recién hecho para el almuerzo. O a la empresa que ha regalado un dumper que ayuda a trasladar los restos de las podas y las paleras, así como algún que otro bar que alguna vez que otra ha enviado una tortilla. Y también al Ayuntamiento que entre otras cosa a aportado las herramientas.
 
El viejo pescador Santiago acaba al fin de las páginas de su historia de la misma manera que cuando había empezado, sin nada. La tremenda lucha con el pez no le trae éxito ni dinero, pero le regala un legado que vale más que cualquier ganancia material, mantener su integridad ante un gran reto. Tras el esfuerzo descansó feliz, “soñando con leones en la playa”. El Domingo 16 sobre las 10 o 11 de la mañana ven a ver la parte este de la plaza de Estudiantes. En un acto simbólico celebramos el fin de estos trabajos.
 
Pablo Abelleira Barreiro
Concejal de Patrimonio del Ayuntamiento de Sagunto

 

 

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