La situación del pequeño comercio desde que la crisis se instauró en nuestras vidas, es totalmente crítica. Cientos, miles de pequeños comercios cierran cada día, viéndose obligados a echar el cierre por falta de clientes, a causa de las deudas con los proveedores, por la falta de ayudas institucionales, por la implantación de grandes superficies junto a sus pequeñas tiendas en las que llevan trabajando desde hace ya varias generaciones y que ahora se ven obligados a abandonar, en definitiva, porque muchas de las circunstancias que les rodean son factores negativos para poder seguir sobreviviendo.

 

Ante esta situación del pequeño comercio, aparecen las Asociaciones de Comerciantes, muchas de ellas muy activas y realmente involucradas hasta la médula para que el pequeño comercio sobreviva. Siempre se hace más fuerza estando unidos que por separado, esa es una realidad indiscutible.

 

Desde los ayuntamientos, desde las concejalías de Comercio de los diferentes pueblos de España, desde todos ellos, se insta a los comerciantes a que se asocien, pero no siempre para buscar soluciones a sus problemas, sino porque es más fácil tratar con un representante de muchos comercios, que con todos y cada uno de los comercios que componen estas asociaciones. En principio, tendría lógica.

 

El problema es cuando personas interesadas hacen de este tipo de asociaciones sus propios cortijos, convirtiéndolas en una ramificación de su propio negocio, buscando el interés propio por encima del de los asociados.

 

Tal vez sea el momento de que las concejalías de Comercio se pongan manos a la obra, se remanguen las camisas, salgan a la calle y dejen atrás sus despachos con aire acondicionado y se pongan a hablar directamente con los comerciantes y uno a uno les digan cuáles son realmente sus necesidades. Porque hay muchas maneras de reactivar el comercio sin necesidad de subvenciones, porque hay mucho pequeño comerciante con grandes ideas que pondría su trabajo y su tiempo a disposición de iniciativas que no cuestan dinero al Ayuntamiento, porque en definitiva, hay mucho pequeño comerciante con ganas de sacar sus negocios adelante, con grandes ideas, y que muchas veces son olvidados por el Ayuntamiento por negarse a participar en grupos de comercios.

 

Por eso lanzo una pregunta al aire, a modo de reflexión, ¿son las asociaciones de comerciantes, realmente, la mejor manera de potenciar las ventas del pequeño comercio? Tal vez sí, en algunas ocasiones, pero a mi modo de ver, no debería de ser la única vía para sacar adelante iniciativas que activasen las zonas comerciales de nuestras localidades. A través de alianzas puntuales, abiertas a diferentes colaboraciones entre comercios, con intereses comunes e iniciativas valientes, supervisadas por el Ayuntamiento, el cual debería de facilitar los medios para llevarlas a cabo, creo que sería una solución para acabar con la inactividad de las principales vías comerciales.