Pobreza energética

Escrito por Rafael García Marín
Viernes, 31 Marzo 2017 11:25

En mi anterior articulo (publicado el pasado viernes 24 de marzo de 2017), analizamos como nos estafan las eléctricas y las políticas alternativas que deberíamos impulsar y poner en práctica. Este articulo viene motivado, en parte por el desarrollo de un acto que tuvo lugar ese mismo día el viernes 24 de marzo, en el salón de actos del Centro Cívico, sobre Soberanía Energética y que tuve el honor y el placer de presentar con la presencia de Sol Sánchez (Coportavoz de Izquierda Unida en Madrid y Exdiputada) y Andrés Montesinos, Portavoz en Valencia de la Cooperativa Energética Som Energía. Este articulo lo quiero dedicar por supuesto a todos los lectores del Económico, pero en especial a Sol Sánchez que seguro que tiene más datos y conocimientos del tema que yo, pero el tiempo impidió que esta cuestión sobre la pobreza energética se abordara en el acto mencionado, por eso y teniendo como fuente de inspiración a Sol Sánchez, he publicado este articulo. Por ello trataremos de exponer cuales son las consecuencias del encarecimiento de la energía eléctrica en nuestro país, que junto con otros factores, favorecen la pobreza energética.
 
Trataremos primero de definir el termino, desde las diferentes enunciaciones que se han ido produciendo a lo largo del tiempo.
 
El concepto de "pobreza energética" fue creado en 1991 por la investigadora británica Brenda Boardman, su definición fue la siguiente, "La pobreza energética se produce en un hogar con bajos ingresos y energéticamente ineficiente"
 
La definición que dio para Reino Unido, es que un hogar vive pobreza de combustible si no puede pagar los servicios adecuados de energía con el 10% de sus ingresos. La mayor parte de la atención se centra en la calefacción y en que tiene el efecto más directo sobre la salud de las personas. En el Reino Unido esta definición se ha relacionado con la temperatura de la vivienda apropiada establecida en 21ºC en la sala de estar principal y en 18 ºC en el resto de habitaciones de la vivienda.
 
Es de resaltar que Brenda Boardman, hace ya cinco años pronosticaba lo siguiente:
 
"Por lo menos en los próximos años, la única predicción es que los pobres serán más pobres y el combustible será más caro. La pobreza energética afectará cada vez a más hogares. Es un problema social real que empeorará seguro".
 
Desgraciadamente ha acertado de pleno, era bastante previsible que acertara, a lo largo del artículo, nos centraremos en España, para ver como se ha cumplido su vaticinio, pero antes de entrar en ello, algunas definiciones más recientes y hechas desde otros ámbitos y otros investigadores:
 
Así desde la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), en cuyos informes, fundamentalmente está sustentado mi artículo, puesto que es una Asociación, que ha realizado ya tres estudios del tema en España, el primero en 2012, siendo pioneros en la muestra de indicadores y en la cuantificación de la pobreza energética, el segundo en 2014 y el último en abril de 2016, además desarrollando un trabajo riguroso, objetivo e independiente. Por tanto, y ya con tres informes en periodos de tiempo distintos, se puede realizar un análisis de trazabilidad de diversas cuestiones y comparativas de varios factores a lo largo del tiempo, que nos puedan dar una perspectiva completa del tema.
 
Pues bien, en el primer informe de 2012 definían sobre la "pobreza energética", lo siguiente:
 
"Como una situación en la que un hogar, es incapaz de pagar una cantidad de energía suficiente para la satisfacción de sus necesidades domésticas y/o cuando se ve obligado a destinar parte excesiva de sus ingresos a pagar la factura energética de su vivienda".
 
En 2015, Bouzarovski y Petrova, definieron la vulnerabilidad energética, es una condición más extensa y difusa que la pobreza energética y que se define como la propensión de un hogar a experimentar una situación en la que dicho hogar no recibe una cantidad adecuada de servicios de la energía.
 
Antes de empezar a desarrollar, la cuestión propiamente dicha, no me resisto a comentar algo que para mí es fundamental y que no se menciona en ninguna de las definiciones anteriores, se da ya por supuesto, me refiero al sistema capitalista, como gran generador de injusticia y desigualdad, y que tiene mucho que ver en la pobreza energética, ya que esta es una consecuencia del propio sistema. Decía hace unas semanas en una conferencia, en el que tuve la suerte de estar, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa, Ex rector de dicha Universidad, y en la que también participaron otros ponentes de nivel, "que las personas veían más cerca el fin del mundo, que el fin del capitalismo" y yo me pregunto, ¿porque puede ser eso?, entre otras razones, estoy seguro que si preguntamos a las personas, que es el fin del mundo, con más o menos precisión nos darán una respuesta con cierta lógica y coherencia, en cambio si le preguntamos en que sistema económico vivimos, probablemente una gran cantidad de personas no sabrán contestarnos, con ello quiero decir, que si no sabemos que muchos de los grandes males que sufrimos los provoca el sistema capitalista en el que vivimos, ni pensaremos en él y ni mucho menos en que se acabe.
 
Nos cuesta decirlo a veces, siento que a los políticos de izquierda (me incluyo yo también, por el cargo que ocupo en el PCPV Sagunto, en este momento), nos da apuro nombrarlo, parece que suene mal y que no es popularmente adecuado, desde el punto de vista electoral, y desgraciadamente queramos o no, estamos metidos en un circulo diabólico que trataré de resumir de manera simplista. El Sistema Capitalista tiene que supervivir a fuerza de acumular más capital, para ello tiene que encarecer los servicios que controlan para incrementar sus ganancias y (en este caso subir el recibo de la luz es uno de esos elementos), además bajar los salarios de los trabajadores, para que los beneficios empresariales sean mayores, consecuencia, aumento de precariedad, aumento de desigualdad y en definitiva las condiciones perfectas para que la consecuencia segura sea, que aparezca, pobreza energética a la vista, para grandes capas de la población, y esto va a seguir así, en eso le doy la razón a la investigadora británica Brenda Boardman, por tanto sino rompemos este círculo demoniaco en el que vivimos, malos vientos se avecinan y además no se van a terminar.
 
Entrando ya en la cuestión, los efectos de la crisis económica siguen siendo evidentes en amplias capas de la sociedad española. A pesar de las tasas positivas de crecimiento económico y del ligero descenso de las cifras del paro, existe la percepción de que continua habiendo una perdida persistente de poder adquisitivo, bienestar y derechos sociales que se concretan en el ámbito del consumo domestico de energía, en forma de pobreza energética.
 
Puede afirmarse que la pobreza energética ha entrado progresivamente en el lenguaje habitual, es un tema de actualidad, desde hace algún tiempo, así es en el panorama político español, ya en la elecciones municipales y autonómicas de 2015 y en las generales de dicho año, y en las generales del 26J, de 2016, algunos de los partidos políticos, llevaban en sus programas electorales, medidas para combatir la pobreza energética.
 
La pobreza energética sigue siendo una realidad que afecta a una proporción significativa de hogares que residen en España. En concreto, se ha encontrado que en 2014:
 
El 11% de los hogares españoles (equivalente a 5,1 millones de personas) se declaraba incapaz de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en los meses fríos.
 
El 8% de los hogares españoles (equivalente a 4,2 millones de personas) declaraba tener retrasos en el pago de las facturas de la vivienda incluyendo las de energía doméstica.
 
El 15% de los hogares españoles (equivalente a 6,2 millones de personas) destinaban más del 10% de sus ingresos anuales a la compra de energía para la vivienda.
 
El 10% de los hogares españoles (equivalente a 4,9 millones de personas) se encontraba en dificultades según la aplicación al caso español del indicador oficial de pobreza energética del Reino Unido. Esto significa que sus ingresos, una vez descontados los gastos en vivienda y energía doméstica, estaban por debajo de la línea de pobreza monetaria (60% de los ingresos medianos por persona equivalente), y que simultáneamente su gasto en energía doméstica estaba por encima de la mediana de gasto en energía por persona equivalente para toda España.
 
El 21% de los hogares españoles (equivalente a 12,1 millones de personas) se encontraba en dificultades según la aplicación al caso español del indicador basado en el enfoque del ingreso mínimo aceptable (Minimum Income Standard). De acuerdo con esta metodología, los ingresos de estos hogares, una vez descontados sus gastos de energía y vivienda, estaban por debajo de la Renta Mínima de Inserción más elevada de España (País Vasco) una vez descontados el gasto en vivienda y energía de un hogar nacional.
 
La pobreza energética también influye de manera importante en la salud, de modo que cálculos de la tasa de mortalidad adicional de invierno (TMAI) actualizados al periodo 1996-2014 indican que en España se produce un 20,3% más de muertes en invierno (de diciembre a marzo) que en el resto del año. Este porcentaje equivale a 24.000 muertes anuales, de las cuales 7.100 (el 30%, según metodología de la Organización Mundial de la Salud) podrían estar asociadas a la pobreza energética.
 
Ante todo esto que podemos hacer:
 
Medidas paliativas y de corto plazo, la instauración de un autentico bono social, que permita que en ningún hogar no se alcancen medidas dignas de habitabilidad.
 
Medidas de carácter técnico que mejoren le eficiencia energética. Una mayor eficiencia energética se traduce en un menor consumo de energía, que ayuda a la seguridad energética (no se tiene que importar tanta energía). Una política para mejorar la eficiencia energética de las casas de los pobres, es una excelente manera de aumentar el empleo y estimular la economía local.
 
Implantar un modelo energético sostenible consistente:
 
En el reconocimiento de la falta de sostenibilidad.
 
El aumento de la utilización de las energías renovables en la futura cobertura de la demanda de energía, que favorezcan también luchar contra el cambio climático.
 
Una verdadera cultura de ahorro y de mejora de la eficiencia energética.
 
I+D+i de tecnologías energéticas avanzadas.
 
Un menor coste en el recibo de la luz, para ello, aplicar las medidas comentadas en el artículo del pasado 24 de marzo, sustanciadas en alcanzar la soberanía energética y por ello sería necesario revertir la privatización de empresas como ENDESA, REPSOL y otras. Medidas de carácter estructural, que permitan el incremento de los salarios, para ello derogar las reformas laborales del PSOE (septiembre de 2010) y del PP (febrero de 2012).
 
Rafael García Marín
Responsable de Organización del PCPV-Sagunt

 

 

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