Vivimos en una sociedad en la que día a día, sin darnos cuenta de cómo ni porque, impera el machismo en nuestra forma de actuar. Utilizamos frases, que sin darnos cuenta nosotros mismos de ello, demostramos que la figura masculina queda por encima de la femenina. Ya está aquí el hombre de la casa, cuídamela, la dejo en tus manos…. Nos educan en un rol arcaico que denota a voces una supremacía del hombre frente a la mujer, educamos princesas correctas, que ya estamos demostrando que tenemos una autosuficiencia que hace 40 años era impensable. Somos medicas, juezas, cocineras, maestras…pero después de la jornada laboral, llegamos a casa y continuamos con otra mucho más dura y de la que no existe remuneración; somos “amas de casa”, plancha, cocina, friega, lava ropa, limpia… y en eso amigos y amigas tenemos todos parte de culpa.

 

Dejemos de educar princesas y empecemos por educar mujeres libres, con aspiraciones propias, sean las que sean, pero que no vengan impuestas por modelos patriarcales de los años 50. Eduquemos hombres tolerantes, nada de machitos protectores, padres de familia con la obligación impuesta de ser la clase dominante y predominante. Está en nuestras manos empezar de cero: respeto, tolerancia, igualdad, pero sobretodo dignidad.

 

Tenemos que dignificar la figura de la mujer, pensar en cada una de esas mujeres que sufren violencia de género o violencia domestica o que ya la han dejado de sufrir porque sus parejas han acabado con sus sueños, con sus futuros, en definitiva han acabado con sus vidas. Asesinos que imponen sus formas, sus ideas, sus normas, que viven esclavizando a la mujer de forma psicológica y física, hasta que la anulan por completo. Personajes reales que terminan con un: “la maté porque era mía” y que en la mayoría de los casos, no se sabe si por arrepentimiento, por miedo o por cobardía, terminan suicidándose.

 

La violencia de género está considerada la lacra del siglo XXI, cada día son más mujeres y cada día son más jóvenes las que sufren algún tipo de violencia por parte de sus parejas o ex parejas, niñas que se ven obligadas a hacer lo que les dicen sus novios, que pasan un control exhaustivo de vestimenta antes de salir de casa o someten sus teléfonos móviles a un tercer grado por parte del novio gilipollas que se cree que son de su propiedad. El miedo llega a apoderarse hasta el punto que las deja tan ciegas que no ven que son víctimas en manos de verdugos. Digamos basta, actuemos, ayudemos gritando por ellas, por las que viven con miedo, porque llegara el día que ellas también gritaran con nosotras, porque ese miedo ya no existirá, nos demostraremos unas a otras que no estamos solas, que a veces una mirada, es más que una simple mirada; es un estoy aquí cómplice que puede llegar a salvar una vida.

 

La violencia de género es un terrorismo que en lo que llevamos de año ha acabado con la vida de 44 mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, en algunos casos existían ordenes de alejamiento sobre ellas, en otros ni siquiera había una triste denuncia que posiblemente podría haber cambiado el final de la historia escrita en rojo de las víctimas. Por ello es tan importante denunciar y poner en conocimiento de los demás los abusos a los que muchas mujeres se ven sometidas ya que el volumen real de violencia es mucho mayor a las cifras oficiales. Está en nuestras manos que las cifras cambien con los años, hasta que algún día entre todos podamos felicitarnos por haber conseguido que las cifras no existan. Pongamos fin para tener un principio.