Para consenso, el mío

Escrito por Raúl Castillo Merlos
Viernes, 04 Noviembre 2016 17:24

Recuerdo que durante muchos años, mi hermano y yo tuvimos la costumbre de bajar al garaje después de comer para jugar a pimpón, hasta que se hacía la hora de ir al colegio, al instituto o a trabajar. Aprovechábamos cada rato que teníamos para jugar, le empleábamos horas. Llegó un punto en el que creo que se nos llegaron a rasgar los ojos de tanto que jugábamos, ¡¡parecíamos chinos!! Pues bien, recuerdo cuántas veces amigos, conocidos y conocidos de conocidos, al saber que teníamos mesa de pimpón en casa, nos retaban con historias sobre trofeos conseguidos en sus pueblos, campeonatos autonómicos y no sé cuántas batallas más. Mi hermano y yo al principio pensábamos que estábamos ante contrincantes muy superiores a nosotros, pero no nos importaba, todo lo contrario, estábamos deseando disfrutar de su gran nivel y aprender de ellos… Por desgracia, la triste realidad se imponía casi siempre, y prácticamente todos acababan siendo un chasco en la práctica, su autoconsciencia estaba viciada y no eran realmente juiciosos con sus virtudes y defectos. A estas alturas me resulta casi gracioso cuando alguien alardea de sus virtudes con tanto ímpetu que de forma inconsciente se pone él mismo al borde del precipicio. El problema viene cuando esas virtudes hay que llevarlas a la práctica y demostrar que se poseen, porque si tras alardear queda reflejado que se carece de ella, la caída desde el precipicio será inevitable.
 
Desde el principio de legislatura nos hemos hartado de escuchar cómo el tripartito se auto atribuye la virtud de consensuar. No como lo haría cualquier mortal, no, ellos son los que más y mejor consensúan. Sin embargo, son muchos los ejemplos de falta de consenso y exceso de soberbia los vividos en este tiempo de mandato. En los últimos días, hemos tenido la ocasión de debatir en diversas comisiones de economía y hacienda, la propuesta del equipo de gobierno para 2017 sobre el Impuesto de Bienes Inmuebles, dejando bien claro todos los grupos de la oposición que la bajada propuesta no era suficiente y apoyando en bloque otra propuesta que rebajaría en 10 euros de media el recibo que todos los vecinos tendremos que pagar el próximo ejercicio.
 
El resultado de dicha propuesta votada en el pleno habría sido de 13 votos a favor (oposición) y 12 en contra (tripartito), sin embargo, el equipo de gobierno, consciente de que su propuesta no prosperaría y la de la oposición sí, decidió retirarla del orden del día del pleno pasado para evitar que prosperara. Y no solo eso, además en la siguiente comisión tuvimos que escuchar cómo desde el gobierno se nos hacía responsables de la posible subida del 10% del IBI si no aceptábamos su propuesta. Es decir, la situación en la que nos posicionó la delegada de hacienda fue… “o “consensuamos” aprobar la mía o aquí no se aprueba ninguna y todos los vecinos sabrán que van a pagar un 10% más el año que viene por vuestra culpa”. Me dejó sin palabras.
 
Son capaces de permitir que el IBI suba un 10% a todos los vecinos antes que admitir que hay una propuesta con mayor apoyo y que reduciría el importe a pagar por los ciudadanos en 2017. No solo dejan claro que lo de consensuar no es lo suyo y que mucho menos forma parte de su modus operandi, sino que en realidad su actitud sectaria puede llevarse por delante a toda una ciudad sin ningún tipo de remordimiento.
 
No hay nada más peligroso en política que olvidarte de por qué llegaste a ella. A estas alturas me voy a permitir recordarles lo que dice el artículo 103 de la Constitución Española. Siempre viene bien refrescar las ideas.
 
“La Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho”.
 
Raúl Castillo Merlos
Portavoz del grupo municipal Ciudadanos en el Ayuntamiento de Sagunto

 

 

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