Alguien dijo alguna vez que los animales no tenían derechos. No sé cuanta crueldad podría extirparse de tan ruínes palabras, pero seguro que vergüenza no le faltaría.

 

La especie humana. La misma que se divertía con decapitaciones y con torturas. La misma que se alimentaba del morbo y la depravación, a día de hoy, parece no mirar hacia delante, no buscar otro tipo de ocios que no tengan que ver con la sangre y el sufrimiento. Aún hoy, todavía, existen personas que llaman “bárbaros” a otras culturas como si éstas tuviesen algo que envidiarnos. La diferencia que hay entre tribus y la civilización occidental es que nosotros usamos camisa y vivimos de la imagen, mientras otras que no usan internet, se visten con taparrabos y respetan la naturaleza, y con ello, al reino animal.

 

Pero si hay algo que me parece incontestable es el mismísimo hecho de que mi propio pueblo se divida en dos, los que son protaurinos, y los que se quedan en casa. Facebook y redes sociales echan humo. Todo el mundo ama a los gatos y a los perros, pero cuando se trata de defender a tan majestuosa creación como los animales, se quedan en casa mientras los protaurinos tratan de que nuestro pueblo y nuestra bandera sean reconocidos por la tortura animal.

 

Embolar al toro, golpearle con cañas, cagarlos de miedo y arrinconarse en un rincón, para que otros vayan a que se ponga a correr y que siga su tortura emocional. Darles patadas, estirarles de la cola. Igual que coger a patos y estrangularlos, partirlos por la mitad, romperles el cuello. Lo mismo que ver a animales tan bellos y con derecho a vivir en paz como los caballos y ponis, dando vueltas a una noria cayendo en la peor de las depresiones.

 

Toda esta barbarie con un solo objetivo. Divertir a esa supuesta especie superior capaz de matarse a sí misma.

 

Nuestro pueblo merece algo más, los animales merecen algo mejor, y el ser humano debe hacer algo al respecto.

 

No podemos estar más tiempo permitiendo la barbarie. No podemos permitir que un mundo que lucha por la igualdad y por el bienestar, existan todavía fiestas cuya única diversión es la sangre y la tortura, el fuego y la violencia. Nuestro pueblo merece mucho más, igual que los animales. Una cosa es la alimentación y otra muy diferente la diversión. Y en ésta última tenemos que hacer fuerza todos para buscar otras fiestas que no entrañen violencia o sufrimiento.

 

Por eso, pido a todas las asociaciones animalistas y a todas aquellas personas que creen que los animales merecen algo mejor, que todas y todos hagamos fuerza para que de una vez, nuestro pueblo no sea testigo del maltrato animal, pues no comprendo cómo lo contrario puede significar identidad, hasta tal punto de plasmarse en una bandera.

 

Propongo otro tipo de fiestas. Realizadas entre todos y que no entrañen violencia alguna. Propongo que animalistas y aquellos que quieren otro tipo de fiestas, se movilicen contra esta lacra, y para ello, contad conmigo.

 

Estoy totalmente en contra de cualquier tipo de maltrato animal, y no soy partidario de que mi pueblo sea testigo de la violencia en cualquiera de sus formas.

 

Otro pueblo es posible, solo tenemos que hacer fuerza y no rendirnos.