Mierdas de perro

Escrito por Ramón García Ortín
Miércoles, 30 Octubre 2013 01:12

Andando por cualquier rincón de nuestra ciudad podemos contemplar en cada farola, en cada señal de tráfico, en cada esquina, una mancha negra provocada por los orines de perros. No es esta esquina o aquella farola, son: todas las esquinas del pueblo, todas las  farolas, todas las señales de tráfico, algunas de ellas corroídas ya por la acumulación de excrementos. Es escandaloso ver como en aceras los orines perrunos se deslizan hasta la calzada,  recorriendo todo el ancho de la acera, llegando en algunos lugares a provocar auténticos charcos.

Si vas con un cochecito de niño o con un carro de la compra es casi imposible evitar irte a casa con un mierda de perro pegada a las ruedas, pues algunos dueños dejan cagar y mear a sus perros donde les viene en gana, incapaces siquiera de bajarlos de la acera para que lo hagan al menos en la calzada. Muchos la recogen y algunos no.
Por algunos setos no te puedes ni acercar por el mal olor que hace. En zonas ajardinadas en las que juegan los niños, los perros cagan y mean a sus anchas.

Posiblemente habrá en alguna parte del mundo una ciudad con más mierda perruna por las calles que la nuestra, pero yo no la conozco, ni tengo noticias. El problema no es solo de imagen, de molestias, que también, es de salud pública, es un problema grave de higiene pública y el problema va creciendo en la medida que algunos están cogiendo la moda el ir a por la parejita de chuchos en casa, y si viene la familia numerosa perruna, pues bienvenida sea. Y este gobierno municipal (y los anteriores), que tiene por ley plenas competencias para atajarlo, no ha hecho absolutamente nada.

Desde hace más de cincuenta años (1961) los alcaldes y ayuntamientos, por ley tienen la competencia para evitar, regular y sancionar este tipo situaciones por molestas e insalubres, y por este motivo y en base a esa ley las cuadras y establos tuvieron que desaparecer del casco urbano. Teniendo en cuenta que las vacas cagaban y meaban en su establo o en el prado, que no las sacaban a hacer estos menesteres a la calle, y que posteriormente los excrementos eran recogidos por los vaqueros y con el carro llevados al campo como abono, y que las molestias quedaban restringidas a su entorno próximo, podemos decir que en este sentido hemos retrocedido más de cincuenta años.

Hemos retrocedido a la situación de principios del siglo pasado cuando las casas no disponían de sanitarios y al grito de ¡agua va! se evacuaban por la ventana las «aguas», a veces acompañadas, recogidas en el orinal durante la noche. Hoy se saca directamente a la calle al perro para que cague y orine en la puerta del vecino.

Habemos multitud de vecinos que no estamos dispuestos a considerar como natural y normal esta marranería y el estado de suciedad de nuestro pueblo.
El Ayuntamiento y en particular el Alcalde es quien tiene las competencias para poner remedio, le voy a proponer una hoja de ruta para que vaya haciendo camino:
En primer lugar pasee por el pueblo y compruebe que no es ninguna exageración lo que he relatado. Hable con los vecinos que hasta ahora son los que se han encargado de hacer de policías, recriminando a quienes dejaban a sus mascotas ensuciar las calles y aceras, y le confirmaran también lo grave de la situación.

A continuación saque un bando, recordando a todos los vecinos que tengan la intención de adquirir un perro como mascota:
Que estos tienen el hábito de marcar el territorio con sus orines, costumbre innata incompatible con la higiene pública.
Que además de mover la cola de alegría cuando nos ven llegar necesitan comer, cagar y mear todos los días.
Que deben enseñarles no solo a obedecer a las voces de «sit» y «plas» (que está muy bien y gracioso), sino también a cagar y mear en su casa o en el campo (los animalitos son muy inteligentes y lo aprenderán rápido).

Que no pueden sacar a cagar y mear a los perros a la calle.
Que en los parques y zonas ajardinadas los animales no pueden ir sueltos, ni atados.
Que en un tiempo prudencial quienes quieran tener un animal de compañía deberán disponer en su piso de un lugar adecuado para que hagan sus necesidades.
Deseeles finalmente que con sentido común e higiene disfruten de sus mascotas.

Pero haga cumplir el bando, destine el personal adecuado para ello, no hace falta  que saque al séptimo de caballería, se necesita paciencia y perseverancia, porque el problema está muy enquistado. Coloque en los parques principales y zonas preferentes a agentes con la suficiente autoridad para advertir de las obligaciones vecinales a los infractores (similares a los de la zona azul si es preciso).

Y mientras tanto limpie el pueblo de inmundicia, ordene la limpieza periódica de esquinas, aceras, farolas, setos, señales indicadoras, soportales.... Limpie la suciedad acumulada, no la traslade a ningún otro parvulario

 

 

SUCESOS

SALUD