¡Hoy, estos hijos de puta...!

Sábado, 04 Enero 2014 01:52

Los que me leéis, a los que reconozco vuestra paciencia y buena voluntad, conocéis mi posición y pensamiento de “No nacionalista”, creo en la humanidad sin fronteras ni banderas como fin, como el reconocimiento primero de “igualdad”. Hoy he pedido a los Reyes Magos, este advenimiento para el próximo día seis. Os parecerá prematuro, excesivamente prematuro y optimista, algunos viendo lo que se cuece en nuestro país con estos malvados ultranacionalistas vascos y catalanes, me creeréis incrédulo, naif y gilipollas, yo también.
 
Acabo de ver, por enésima vez en TV2, el juicio de Nuremberg de Agosto de 1946. Se llevó a cabo en el palacio de Justicia de la ciudad alemana Nuremberg, donde nació el ultranacionalista Hitler. Se juzgó a los principales culpables nazis desencadenantes de la guerra y genocidio europeo. Se les acusaba y se les condenó por crímenes contra la humanidad, la paz, y crímenes de guerra. Voy a escribir algo radical, “Hoy, a estos hijos de puta, al menos, deberian ser acusados por crímenes contra la concordia ciudadana. Me refiero a esos que donde no había odio, lo han creado, donde no hay fronteras quieren crearlas.
 
Imaginemos que el mundo tiene una sola nación, no es difícil de hacer, los primeros comunistas así lo soñaron, así lo creí yo en la década de los sesenta. He tratado durante toda mi vida vivir sin bandera, vivir sin sentirme mejor por haber nacido en “un lugar” o por hablar un determinado idioma, o por tener una etnia o cultura determinada, no las necesito para ser feliz, ni para identificarme. La historia fue la que fue y es la que es, con verdades, errores y mentiras ¿Qué más da? El folclore, las costumbres y las culturas son para disfrutarlas, no para tirárselas al vecino a la cara. No hay países independientes, no hay fronteras, no hay naciones. Sólo está la gente con los mismos derechos y los mismos deberes. Hoy tenemos un grave problema ¡hay muchos, demasiados hijos de puta!
 
El patriotismo que intentaron inculcarme en la “Formación del Espíritu Nacional” y al tiempo la religiosidad católica durante la década sesenta en las escuelas del régimen, escuelas con ideario público por cierto, fue ineficaz no solo para mí, si no para la mayoría de la juventud española. Todo lo contrario al ideario de los estados nacionalistas de nuestra actual democracia, estos son mil veces más eficaces y agresivos sobre “La Formación del Espíritu Nacionalista” en la infancia y en la juventud que el fascista régimen de Franco.
 
Lo diré claro y conciso, esos tíos y tías que dicen pomposamente “Amo a Cataluña, a España, a valencia… siento que me mienten con descaro. Esos que se cargan con banderas y se envuelven en ellas como un “Rollito de Primavera”, los veo tan estúpidos que siento pena por ellos, pena y miedo al tiempo, por el daño, y a veces, las muertes que producen. Hice “La Puta mili” en la marina como Timonel Señalero. Me aprendí más de 36 banderas de signos. Estas eran banderas de gloria, por su eficaz utilidad y uso, servían para comunicarse y reconocerse, no para diferenciar o enfrentar, estas banderas se izaban en el “Palo Mayor”, pero la que me causaba indiferencia era la que se izaba en el Palo de Popa, la del país. ¿Por qué hemos de ser mejores, diferentes a los franceses? Las banderas siempre y cuando se utilizan como lenguaje y o representación son muy útiles, no las nacionalistas. Nací en Santander, pero concebido y criado en Valencia, en España: pero estoy lejos de ser o sentirme patriota de cualquier país, en absoluto. En el único lugar donde más cerca me siento de casa es en El Malecón, en la playa del Puerto de Sagunto, donde me hice mayor. Y a pie del tajo en una fábrica, un aeropuerto, en Francia, en Alemania, o Noruega... Me siento bien en el mundo. Ahora, antes de que me llames nacionalmente promiscuo, puedo sugerir; te diré, que dentro de esta generación de los años cuarenta, los que nos criamos en puro régimen franquista… que desde cierta perspectiva (generalmente desde una resaca en un día nublado), mi formación política ha sido una ardua y frustrante partida de “dominó” sobre tantísimas maneras inútiles de discrepar acerca de los conflictos. Conflictos entre clases sociales, razas, religiones, etnias, nacionalismos, ideales y patrias. Conflictos que están robando a los seres humanos su dinero, dignidad, educación, familias y sus vidas. Conflictos que no nacieron ni nacen meramente por circunstancias. Puedo escribir sobre lo elocuente, pero no para resolver los conflictos. Para eso deberían estar los profesionales, esa clase llamada “La Clase Política”. Así debiera ser, pero al parecer estos están “Para liarla y joderla… Más”.
 
Yo no tengo la solución y supongo que tampoco tú, amigo lector. Me refiero al actual conflicto surgido entre Cataluña y España. La gente se pregunta ¿Qué diferencia hay en ser catalán y español? ¿Y haber nacido en Murcia o en Aragón, Valencia o Galicia? ¿Quién ha de determinar las líneas de nuevos países? ¿Cuántos? ¿Por la lengua, los reyes, los ríos…? ¿Quiénes son los creadores de conflictos y odios? ¿Madrid, o los de Villa Murriel del Cerrato? ¿Quién y cuándo se comenzó a la “Formación del Espíritu Nacionalista Separatista? ¿Por qué matan los nacionalistas vascos? ¿Por qué nos dais, a los ciudadanos tanta barra con las nacionalidades, banderas y las lenguas? ¡Iros a tomar vientos, dejadnos en paz! Tal vez mi situación en la vida es que nunca sabré que es llorar o luchar por una bandera, un himno o una frontera con historia. Mi apego a las personas que me han amado, a la amistad de donde sea y del color que sea. Quizás un nacionalista sienta que esto es trágico, tal vez piense que es una patética forma de vivir. Nunca sentiré esa emoción, para mi incomprensible, del individuo nacionalista porque no sólo no voy a pelear por una identidad, ni puedo ni la necesito. Estoy indiscutiblemente fuera de las fronteras, reales o figuradas. Esas fronteras con las que se justifica la violencia y el crimen patriota. Nadie me obligará a elegir a qué lado de la frontera me quedo. Sean catalanes o vascos ¡Maldita sea!
 
La globalización va en aumento, las tele-comunicaciones, el turismo, los cruceros, las empresas, las personas que viajan más. La gente que se va a trabajar y a estudiar a países donde no nacieron… leen y escuchan sobre los que antaño fueron los enemigos de sus abuelos y comienzan a entender la negatividad del nacionalismo, una parte importantisima del fascismo y el nazismo. La gente encontrará una palabra en un segundo idioma que puede expresar algo mejor que en el suyo propio y amará esa lengua. La gente se enamora de personas que no tienen su cultura e ideales, que no creen en las mismas cosas. Y tienen hijos. Estos niños no pueden salvar al mundo, pero por lo menos resistirán los conflictos de nuestra generación, porque desde el principio, ya eran diferentes. Para ellos, un mundo sin fronteras será por eso... ya, más posible. Es cosa de tiempo, las nacionalidades se superaran por razones de derecho y simplemente por cultura. ¿Quién reclama una parte de este mundo como suya? ¿Mas?

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Modificado por última vez en Lunes, 06 Enero 2014 11:31

 

 

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