«Nos están meando...»

Escrito por
Jueves, 10 Marzo 2011 01:00

El pasado 29 de septiembre, el día de la huelga general, en Calatayud, donde me encontraba por motivos familiares, sobre la pancarta que encabezaba la manifestación, uno de los asistentes había pegado  una leyenda que decía: «nos están meando y nos dicen que llueve». Con toda seguridad, reflejaba el sentimiento de impotencia y cabreo, de la inmensa mayoría de trabajadores de todos los sectores, ante la avalancha de recortes en derechos laborales y sociales y por la tomadura de pelo del discurso oficial, que estamos sufriendo .

La crisis ha caído del cielo, este es el mensaje que machaconamente repiten,  nada ni nadie es culpable de la  misma. Los bancos, cajas y especuladores varios, a los Botín, Asúa, Basagoiti, Escánez, González Rodríguez, Osuna, Amancio Ortega... que han manejado los hilos de la especulación nadie les pide responsabilidades por sus actuaciones.

Una especulación inmobiliaria desatada y desbocada en los últimos años, que alguno de ellos calificaba como la multiplicación, de un día para otro, de los panes y los peces y sin necesidad de milagro alguno, y que ha acentuado aún más el control de estos individuos sobre las vidas y haciendas del resto de la sociedad.
En pleno «boom» inmobiliario, los gobiernos, primero del PP con Aznar y luego del PSOE con Zapatero, imitaban a aquel boxeador de los años 60, Pepe Legrá,  que después de cada combate saltaba y gritaba por el cuadrilátero «soy el mejó, soy el mejó», y como él eufóricamente alardeaban de su gran gestión económica que nos había situado a la cabeza de todas las cabezas y que éramos el referente y la envidia del resto de Europa. (Ahora repetido por Camps, «…somos los mejores»).

Cuando hasta el último ciudadano de a pie ya veía, aplicando la aritmética elemental, que la multiplicación mencionada no podía realizarse indefinidamente, que con salarios de 1.000 euros no se podían pagar hipotecas de 1.200 euros, el ministro de economía del PSOE, el señor Pedro Solbes.  respondiendo a la pregunta de un periodista sobre si pensaba tomar alguna medida para detener la subida escandalosa del precio de la vivienda, dijo que no, que el precio de la vivienda subiría mientras la gente estuviera dispuesta  a pagar.

Cuando el sistema hizo crack el señor Rodrigo Rato, el ministro de economía en gobierno de José María Aznar, espantado anunció que si el precio de la vivienda bajaba sería una catástrofe (no dijo para quién).

Los mismos que no quisieron ver la espesa jungla que se estaba generando en nuestro entorno, cuando hasta las hienas se escuchaban al lado de casa, poco tiempo después eran capaces de ver hasta los «pequeños brotes verdes» que asomaban por no sé donde. Esto y un sin fin de argumentaciones vacías para hacernos tragar la crisis, como si fuera una catástrofe de tipo natural. Embustes repetidos hasta la nausea por «expertos y sesudos economistas» todos los días y a todas horas en radio, prensa y televisión de todos los colores y por toda la pléyade de tertulianos especialistas en el sexo de los ángeles. Pero al fin y al cabo ese es el papel de todos ellos, intentar hacernos comulgar con ruedas de molino.

Seguro que a estas horas, al que se le ocurrió colgar de la pancarta el mencionado lema, se le habrá caído el alma a los pies al comprobar, que esas mismas falacias, se utilicen desde nuestras filas para justificar lo injustificable.

Para dar carta de validez al acuerdo para la reforma del sistema público de pensiones no pueden refugiarse los responsables sindicales «…en el contexto socio-económico que nos encontramos… con enormes presiones sobre la deuda por parte de los mercados internacionales»  como hizo Begoña  Cortijo, secretaria general de CC.OO. del Camp de Morvedre, en la edición del pasado 10 de febrero de este periódico.

El contexto socio-económico lo ha generado gente que se ha enriquecido escandalosamente en los últimos años, gente que tiene nombre y apellidos que tiene cómplices políticos, o «mandaos» políticos como los queramos llamar, (y no solo los mencionados anteriormente), y que sigue enriqueciéndose todavía más, aprovechándose de la garantía de que no habría, ni hay, una respuesta firme por parte de los perjudicados. Y las medidas que están tomando solo tienen sentido desde su óptica. Nos consideran como limones a los que hay que sacar hasta la última gota de jugo, gota que no nos sacan es dinero que pierden.

Y se han atrevido a generar esta crisis porque mientras ellos van a lo suyo, nosotros hemos venido presumiendo de una responsabilidad que ha resultado ser más sumisión que otra cosa. Si se asume el papel de guardián de los intereses de una clase, cuando los ladrones entran a robar, se les enseña los dientes no se mueve la cola, y al mismo tiempo se organiza la respuesta, cosa que tampoco se ha hecho porque no se puede movilizar al personal a toque de pito.
Hablar de responsabilidad hoy, con la que nos está cayendo, es la versión sindical de poner la otra mejilla que nos predicaban los curas.
Los que tengan la responsabilidad, que organicen y faciliten la respuesta, y arrimaremos todos el hombro.   

Ramón García Ortín                                                                                                                                                                      
Modificado por última vez en Jueves, 10 Marzo 2011 01:00

 

 

SUCESOS

SALUD