Nada de nada

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 23 Febrero 2024 21:02

Y, al final, pasó lo que tenía que pasar. Puede que a nadie le extrañe que el Partido Popular obtenga una mayoría absoluta en el Parlamento de Galicia. Después de cinco veces, quizá hasta parezca algo normal y lógico, más aún cuando a la izquierda (al menos, a la de ámbito nacional) le conviene que sea así para tapar sus miserables resultados.

Pero de esos resultados del pasado domingo cabe hacer una lectura mucho más profunda. El 9+0 obtenido por el Gobierno de coalición de España, lejos de ser una buena nota, es una debacle sin precedentes que no es más que la consecuencia de una política errática y polarizada desde que Sánchez llegó a la presidencia.

Queda a las claras que Sánchez va cediendo territorio a sus barones territoriales. Pero no a los propios socialistas, sino a los independentistas, allá de donde quieran ser. Una campaña del PSOE orientada a las bondades del BNG les ha llevado a dejarse casi la mitad de los pocos diputados que ya tenían. La primera lectura, por tanto, no puede ser otra que el Gobierno Sánchez no convence ni a propios ni a extraños.

Pero hay algo más llamativo que no se puede pasar por alto: Sánchez ya solo protege a Sánchez. En mayo de 2023, en las elecciones autonómicas, el PSOE perdió el gobierno en casi todas las comunidades autónomas que celebraron elecciones. La reacción de Sánchez fue, inmediatamente, convocar elecciones generales para el 23 de julio, como suele decirse «con tó el calor». Era su única salida, su urgencia disparada y disparatada para protegerse y atrincherarse en el Gobierno. Le salió bien. Por poco, pero le salió bien y la mayoría parlamentaria, eso sí, cediendo todo a todos, le permitió renovar la presidencia por cuatro años (o por tantos como pueda aguantar).

En aquel momento, el PSOE sacó a la calle todo lo necesario para que el resultado fuese el deseado, hasta que Sánchez, Montero y Narbona salieron al balcón de Ferraz a celebrar a saltos una derrota que, en vez de eso, les tenía que haber hecho sentarse a pensar. A partir de ahí, las cesiones y concesiones a Junts, ERC, Bildu, BNG y a todo aquel que quiera pedir algo, han hecho que la desvergüenza demostrada en la legislatura anterior quede en el olvido a costa de lo que hemos vivido en estos meses y lo que vamos viendo que nos queda por vivir.

A Sánchez solo le importan tres cosas: su sillón, su colchón y su espejo. Todo lo demás son meros instrumentos para poder viajar en Falcon el mayor tiempo posible. Eso sí, no a todas partes, que en el Campo de Gibraltar lo siguen esperando tras los asesinatos, a manos de unos narcos malcriados y consentidos, de dos guardias civiles en plena semana de gala de los Goya. En este caso, la decisión de a quien homenajear estaba clara: Sánchez debe más a los actores que a la Guardia Civil. Y actuó en consecuencia.

Lo de Galicia no es un aviso a nadie. Es mucho más que eso. Es una muestra de hartazgo de una sociedad que ya no aguanta más a un Gobierno lleno de mentiras y de insultos a la inteligencia de los ciudadanos de este país. Sánchez es un proyecto agotado desde hace ya años, que solo se mantiene en el Gobierno porque todo le vale para ello. Pero que nadie se equivoque. Con Sánchez, nada pasa por casualidad y, si llega a haber alguna vez un adelanto electoral, será porque su aritmética le da opciones de revalidar la presidencia pactando de nuevo, por supuesto, con quien sea necesario. Si esas cuentas nos salen, tiempo tendremos para presenciar atónitos todo lo que nos queda por ver y vivir en el resto de esta legislatura.

En eso consiste su estrategia. Toda la credibilidad que su Gobierno pierde día a día la regala a sus socios independentistas a cambio de su ciego voto parlamentario. En Galicia, pese al resultado obtenido (éramos más cenando en casa de mi madre en Nochebuena que diputados tiene PSOE+Sumar en el Parlamento de Galicia), consideran un triunfo propio que el BNG ya subido cinco diputados. ¡Que triste para un partido de gobierno tenerse que contentar con los triunfos de los demás!

Sánchez está masacrando al PSOE hasta la saciedad, exprimiendo hasta la última gota de razón que pudiese tener un partido histórico en la democracia española. Le da igual. Si la credibilidad queda a cero, da igual. Si se causa heridas, hasta los umbrales de la muerte, al Estado de derecho que nos dimos con la Constitución, da igual. Si los partidos independentistas dirigen el Gobierno de un país al que quieren ver desmembrado, da igual. Y si la imagen internacional de España provoca tanta lástima como risas, también da igual.

A Sánchez nadie le puede convencer de que su estrategia no favorece a nadie más que a él, porque a él solo le importa él. Nunca sabemos cuánto durará esta deriva ni hasta donde podrá llegar. Mientras él sea presidente, nada más le importa. Nada de nada.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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