A vueltas con la Obsolescencia Programada

Escrito por Fernando López-Egea López
Viernes, 16 Junio 2017 15:43

En diferentes ocasiones he hecho referencia a la Obsolescencia Programada. Es decir, la planificación, la programación del fin de la vida útil de un producto (lavadora, nevera...), de forma consciente mediante una placa o chips, por el propio fabricante del producto. Este hecho, conocido por los gobiernos es asumido como algo normal dando permiso al mercado para que lo siga haciendo sin ninguna penalización o regulación. Ni siquiera están obligados los fabricantes para que no haya publicidad o información engañosa, hacer constar en las referencias del producto de su durabilidad programada.
 
Hace unos días alguien cercano a mí y tras llamar al técnico, le confirmaron este hecho. Una nevera prácticamente nueva y que debería tener muchos años de vida, le ponen fecha de caducidad, con el único propósito de entrar en la cadena del consumo, en un mundo donde los recursos naturales son limitados y donde el usar y tirar de este sistema está generando una dinámica infernal para la propia humanidad y para la propia naturaleza. Ahí no queda todo, el propio hecho en sí, genera un estado de desconcierto, al preguntase uno ¿Qué hacer con los alimentos? Y entran las prisas, sin nevera, preguntando a amigos, familia o vecinos/as para dar una salida rápida y razonable a los alimentos descongelados.
 
Ante esto es vital plantearse la elaboración de productos robustos y duraderos, si queremos una cierta sostenibilidad en el planeta y abandonar el despilfarro energético al que nos están acostumbrando. Algunos/as al escuchar el termino robusto le vendrá a la mente, ahora que se cumple su 60 aniversario, el Seat Seiscientos, símbolo de una generación. Lo que realmente quiero decir, es que el modelo de sociedad basado en el usar y tirar es insostenible y que la elaboración de productos duraderos es posible, aconsejable e imprescindible a corto y medio plazo.
 
Claro, esto va acompañado de otra organización de la sociedad y de la asunción de otros valores donde prime la laboriosidad, la solidaridad, lo colectivo. La austeridad entendida no como la entiende el neoliberalismo, basada en exprimir y explotar a la clase trabajadora, sino como la entendía el que fuera Secretario General del PCI Enrico Berlinguer , es decir austeridad en el sentido de vivir bien, con unos ingresos dignos, con una vivienda digna, poder vestir bien, accediendo al ocio y la cultura, pero sin despilfarros sin sentido al que el capitalismo nos avoca, estableciendo tremendas diferencias entre los que acumulan esa riqueza y la inmensa mayoría de la sociedad.
 
De ahí que insista en cuestionar conceptos como crecimiento del PIB, competitividad y mercado. De ahí que hable de Índices de desarrollo humano; de no solo hablar de la creación de riqueza sino de cómo hacer un reparto justo y equitativo de esa riqueza; de cómo repartir el trabajo para que todos podamos trabajar con la consiguiente reducción de la jornada laboral; de hacer productos de consumo duraderos que permitan respectar un desarrollo sostenible...
 
El reto de sentarse frente al mar y pensar en que estamos convirtiendo este mundo, es una buena terapia para que la huella de lo que estamos haciendo, no sea rápidamente cubierta por las olas del mar y tenga una proyección, presencia y durabilidad en el tiempo.
 
No basta con cabrearse solo cuando la nevera dice STOP.
 
Fernando López-Egea López

 

 

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