Un país sin armas

Escrito por Pablo Abelleira Barreiro
Viernes, 30 Diciembre 2016 11:07

Lamento profundamente que estemos en un país sin armas, y es una desgracia que tenga que asumirlo por el desamparo y la absoluta impunidad con la que ciertos empresarios internacionales dejan a una sociedad como la nuestra, la saguntina, sin armas de protesta, sin empleo y sin posibilidad de defender un derecho tan fundamental como lo es el del trabajo. Por estas fechas, intento resumir lo mejor y lo peor que nos ha dejado el año. Lo mejor, bienvenido sea. Lo peor, considerar que de alguna manera te sientes impotente ante ciertas situaciones y llegas a considerar que de alguna manera en conjunto hemos fracasado. Hablo de los trabajadores de Bosal, auténtico paradigma de la explotación de la mano de obra al calor de las subvenciones, para una vez exprimida la gallina de oro dejar morir a los polluelos para ir de nuevo a zonas en las que encuentren trabajadores más baratos o ventajas fiscales.
 
Es triste que en el siglo XXI hagamos del “sálvese quien pueda” la nueva solidaridad entre trabajadores, pero creo que gran parte de ello se debe en los sindicatos de pesebre y en las coacciones que los trabajadores sufren por acatar sin rechistar las directrices de los empleadores. En este tema también nos hemos quedado sin armas, y en vez de estar más unidos para atacar al enemigo estamos más atomizados cada uno en su pequeña parte de un pastel que otros devoran y que creemos degustar cuando sólo tenemos que migajas. No existe una lucha obrera bien por miedo (los despidos y las represalias están a la orden del día), bien por desinterés (táctica trabajada con éxito durante décadas de escaso interés por la educación), y sobre todo por la falta de una visión de grupo unido, una conciencia de clase.
 
Volviendo a Bosal, no es nuevo que haya grupos empresariales que deslocalicen la economía y la producción, pero llegados a este punto en el que la globalización sólo lo es en términos de beneficios y no en el de la consolidación de derechos y el de avance habría que recordar a los belgas que apostaron por la instalación de esta fábrica de tubos de escape y de recambios para el automóvil, que hicieron su inversión en Sagunto por las ayudas estatales de facilidades de crédito, exenciones fiscales y el apoyo directo de la quinta parte de la inversión inicial. Era 1986 y era la época de la reconversión y un tiempo de ayudas. Bosal se aprovechó de las subvenciones pero la mala praxis de los dirigentes provocó que la merma de carga de trabajo voluntaria hiciera casi inviable un proyecto empresarial que era rentable, pero no tanto como si premeditadamente desvías negocio a países donde los costes salariales son menores y las ayudas de fondos estructurales, europeos y/o de desarrollo mayores, produciéndose de facto un proceso estratégico de deslocalización de manual en el que lo que menos importa son las personas que han madrugado día a día y que han sacado adelante la fábrica y a sus familias al mismo tiempo.
 
El caso de Bosal-Sagunto va camino de convertirse en uno de los mayores fracasos de la política económica del Gobierno valenciano del cambio y de otro ejemplo más de las desastrosas políticas económicas de un Gobierno central que esta demasiado lejos de nosotros. Una oportunidad perdida para acometer estrategias de creación de empleo estable y de calidad, acorde con el cambio de modelo productivo que todos propugnan pero que nadie sabe lo suficiente por hacerlo posible. Una parte importante de los trabajadores de Bosal se sienten engañados por un Plan social aprobado por la Generalitat Valenciana ante la situación de desempleo a la que se vieron abocados tras la decisión de la multinacional de cerrar la fábrica de Puerto de Sagunto y que les prometía la recolocación en otras empresas. Desde dentro se tienen las manos atadas con normativas como la Bolkestein que desde 2006 favorece la libertad de establecimiento y libre circulación de las empresas en territorio UE. pero que no tiene en cuenta al eslabón más débil, el que está sin armas. Deseo que el año que viene mi artículo de opinión sea el de tragarme mis propias palabras.
 
Pablo Abelleira Barreiro
Portavoz de ADN Morvedre en el Ayuntamiento de Sagunto

 

 

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