¿Por qué subyuga y seduce la rabia?

Escrito por Francisco Gómez Caja
Viernes, 18 Noviembre 2016 16:17

“Sully” es solo un hombre que hace bien su trabajo, y es una película estrenada recientemente, trata del aterrizaje de un avión de pasajeros sobre el río Hudson el 15/01/2009 tan real que lo pudimos ver en los telediarios. Lo que diferencia al piloto casi sexagenario del director octogenario Eastwood es que el primero salvó 155 vidas al amenizar con un avión herido de muerte en este río evitando así una tragedia. El gran hallazgo de “Sully” es que Eastwood organiza toda la trama alrededor de la dimensión trágica del héroe, llevando así a su terreno lo que podría haber sido el previsible relato de una historia real. Tom Hanks encarna al protagonista como si realmente hubiera conducido a la muerte a los pasajeros del avión, y el mismo fuera un fantasma lacónico incapaz de enfrentarse al conflicto.
 
A pesar de que el piloto ha salvado a los viajeros y a los miembros de la tripulación que viajaban con él, le atenaza la duda de si su decisión ha sido correcta, o si por el contrario, fue una temeridad a pesar de que haya culminado con éxito. Una incertidumbre atizada por el papel que juega la posterior investigación del accidente, y los resultados que arrojan los ordenadores que sugieren que con esas variables de vuelo podría haber llegado a un aeropuerto y haber evitado el peligroso descenso sobre el río.
 
Leyendo la crítica de esta película me viene a la cabeza como puede la sociedad hacer pasar a en un momento a un hombre de héroe a villano, o al contrario de villano a héroe.
 
¿Por qué un personaje como el reciente ascendido a presidente de los Estados Unidos pasa de decir todo lo que ha dicho, de hacer una campaña electoral tan rematadamente “mala”, faltando el respeto a todo bicho viviente que hace que hasta los de su propio partido lo abandonen? Claro está que al mismo tiempo vende promesas que muchos quieren oír, por ello gana a su contrincante, y se convierte en presidente, se convierte en un héroe, un héroe que tiene intereses particulares en más de 22 países y tiene un patrimonio de más de tres mil millones. El hecho, insólito, es que decenas de miles de personas han salido a la calle de las principales ciudades norteamericanas para rechazar el resultado de las urnas, algo que el actual presidente predicaba cuando gano Obama. Estados Unidos ha descubierto la gran brecha que se ha abierto en el seno de su sociedad, que responde a situaciones económicas, al empobrecimiento de un sector de sus ciudadanos, y pone al frente a unos de los que más los ha explotado.
 
En un libro titulado “La construcción de un presidente” decía que el voto de un americano es un juego de equilibrio personal entre su pasado y su futuro. El pasado consiste en su bagaje étnico, es lo que su padre votaba, lo que su madre le contaba, los perjuicios que ha acumulado y el estatus social heredado, mientras que el futuro se basa en los sueños y en los miedos. Si es un granjero o un asalariado en el miedo de perder el trabajo, si es un negro, su aspiración es a la libertad igualitaria…Si exceptuamos esto último los demás motivos creo que son extrapolables para otros países.
 
Hay quien ha investigado los efectos de la campaña en el voto, y se ha determinado, que aunque influyen rara vez resultan decisivas. Su sistema para elegir presidente está, en que a cada estado le corresponden tantos delegados como representantes tiene en el Congreso federal según sus habitantes. En cada estado el partido que gana aunque sea por un solo voto consigue todos los delegados. Así hay estados en los que como se conoce de antemano su inclinación política, los candidatos se centran en conseguir el voto en los que consideran “estados de batalla” o “estados claves”. En ocasiones, este sistema provoca diferencias notorias entre el voto popular, y el electoral, aunque normalmente el ganador de las elecciones suele ser también quien ganó el voto popular, es excepcional que se dé el caso contrario, pero fue en las elecciones del 2000 en las que Al Gore las perdió, pese a haber recibido 550 mil votos populares más que George W.Bush, y en la actualidad Hillary Clinton ha obtenido 240 mil votos más que su contrincante pero ha perdido las elecciones. Pero también da que pensar que una señora tan súper conocida que además ha sido secretaria de estado ¿Qué es lo que ha hecho mal o a dejado de hacer? y es que dicen que les ha mentido. “América la tierra donde vive libre o muere”.
 
Pero cambiando y siguiendo con el tema, a raíz de estos acontecimientos yo me inclino más por pensar con lo que alguien definió como -Wutbürger- que quiere decir el “ciudadano rabioso” Hay un interesante ensayo que dice: La rabia que moviliza en ciertas circunstancias a los amplios sectores de una sociedad es un fenómeno de dos caras, una positiva y otra negativa, según el autor, sin esos ciudadanos rabiosos no hubiera habido progreso, y seguridad social, ni empleos pagados con justicia, y estaríamos todavía en el tiempo de las satrapías medievales (gobiernos despóticos) y en la esclavitud. Pero al mismo tiempo fue la epidemia de la rabia social la que sembró de decapitados la Francia del terror, y la que en nuestros días ha llevado a la regresión brutal que significa el -Brexit- la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y a que exista en Alemania un partido xenófobo ultranacionalista y antieuropeo “Alternativa por Alemania” que según las encuestas cuenta con nada menos que el apoyo del 18% del electorado, y en otros países ocurre algo parecido. Sorprende en cierta medida que él mejor representante en Estados Unidos del –Wutbüger- sea el impresentable Donald Trump, y que cuente con el respaldo que cuenta.
 
La rabia positiva saco a muchos millones de brasileños a la calle a protestar sobre la corrupción, un fenómeno que había socavado a toda la clase política, y de la que eran beneficiarios por igual dirigentes de la izquierda y de la derecha, y se ha visto en todos estos meses como la guadaña de la lucha contra la corrupción envía a la cárcel por igual a parlamentarios, empresarios, dirigentes sindicales y de todos los sectores políticos. Es un hecho del que sólo puede sobrevenir una regeneración profunda de una democracia, a la que la deshonestidad y el espíritu de lucro habían infectado hasta el extremo de causar una bancarrota nacional.
 
Reemplazar el sistema capitalista por el socialismo, pero en este caso la movilización tenía como fin no destruir el sistema legal existente sino purificarlo, erradicar la infección que lo estaba envenenando y podría acabar con él. Aunque ha tenido una deriva distinta, no es muy diferente con lo ocurrido en España: Un movimiento de jóvenes espoleados por los escándalos de la clase dirigente, que a muchos decepcionaron de la democracia, y los ha llevado a elegir un remedio quizás peor que la enfermedad, es decir, resucitar las viejas y fracasadas recetas del estatismo o inmovilismo y el colectivismo o bolcheviquismo.
 
La globalización ha favorecido sobre todo a los grandes banqueros y empresarios, y los gobernantes lo miran y se quedan impasibles, y eso explica aunque no justifica los rebrotes de un nacionalismo exaltado, como el que ha convertido el Front National en un partido que podría ganar las elecciones en Francia siendo un partido de extrema derecha.
 
Según el último finalista del premio Planeta Marcos Chicot, en su novela nos habla de Pericles, que fue un hombre excepcional que a pesar de los años que gobernó jamás se corrompió, es una verdadera excepción incluso hoy lo sería. No hay ningún caso contemporáneo semejante a él, estuvo gobernando durante tres décadas, estaba considerado por todos como el primer ciudadano, aunaba carisma y una moral única que le empujaba a hacer las cosas bien, nunca actuó guiado por las conquistas o por el enriquecimiento personal. Pero en esa época, como explica el autor, también en esa democracia incipiente arrastraba problemas que hoy todavía no resultan familiares. En las primeras democracias ya existían los demagogos personas que se movían por intereses personales, pero despertaban las pasiones del pueblo. Atenas y Esparta sostuvieron una larga guerra que duró cerca de 27 años. Hubo ocasiones en que pudieron firmar la paz, y eso hubiera supuesto salvar un gran número de vidas pero se opusieron.
 
Los demagogos interrumpiendo con sus argumentos los procesos que se abrieron para terminar con el enfrentamiento, y lo hicieron porque ellos sencillamente no le interesaba. Todavía no se han solventado algunas imperfecciones que desde esos lejanos siglos arrastra la democracia, ya entonces intentaron proteger a la democracia de los demagogos, Platón por ejemplo buscó la solución en un filósofo rey. Creía que una persona con una gran formación sería el gobernante ideal. Lo cierto es que los griegos no resolvieron este problema y nosotros debemos seguir intentándolo.
 
Pero volvamos a la película “Sully” por donde empezamos, para su nuevo y viejo director de cine Eastwood el héroe ya no tiene nada de guerrero excepcional. Lo excepcional en una sociedad como la nuestra devorada por el consumismo y el pragmatismo o sea por el valor práctico que imponen el dinero y la prosperidad, es su manera de actuar, su fidelidad a una moral propia, auténtica, a una forma de comportarse, de intentar ser honesto con los demás y hacerlo, esto resulta esencial, lo correcto. A esto al final se circunscribe un héroe, el héroe ya no es el solitario forajido del cine, es cualquiera, puede ser incluso usted.
 
Un abrazo de Paco
 
Francisco Gómez Caja

 

 

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