Éramos pocos y parió la abuela

Escrito por Ramón García Ortín
Viernes, 13 Mayo 2016 13:41

El pasado mes de abril la agencia Europa Press publicaba la siguiente noticia: “La Comisión Islámica de España (CIE) ha enviado una carta al subdirector general de Relaciones con las Confesiones del Ministerio de Justicia, en la que solicitan adaptar el calendario de exámenes, especialmente los de Selectividad, al mes de Ramadán, que se celebrará en el mes de junio durante los próximos tres años. La propuesta consiste en adelantar o atrasar la fecha de los exámenes o bien, cambiar las pruebas vespertinas a horarios matutinos”. La solicitud la basaban en los siguientes razonamientos: "En los próximos años, el mes de Ramadán, mes bendito de ayuno y purificación para todos los musulmanes, transcurrirá en los meses de junio (próximos tres años) y mayo (años siguientes), meses en los que tradicionalmente se celebran exámenes finales, en las universidades españolas, en los institutos, así como exámenes de acceso a la universidad, siendo momentos muy importantes para el futuro de nuestros jóvenes".
 
Esta solicitud tiene su fundamento en el Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España, firmado bajo el mandato de Felipe González en 1992, que estable:
 
Los alumnos musulmanes que cursen estudios en centros de enseñanza públicos o privados concertados, estarán dispensados de la asistencia a clase y de la celebración de exámenes, en el día del viernes durante las horas a que se refiere el número 1 de este artículo (de 13.30 a 16.30 h.) y en las festividades y conmemoraciones religiosas …, a petición propia o de quienes ejerzan la patria potestad o tutela.
 
Los exámenes, oposiciones o pruebas selectivas convocadas para el ingreso en las Administraciones Públicas, que hayan de celebrarse en los días a que se refiere el número anterior, serán señalados, para los musulmanes que lo soliciten, en una fecha alternativa, cuando no haya causa motivada que lo impida.
 
El mismo día se publicó en el Boletín Oficial del Estado dos acuerdos de cooperación más, uno con la Federación de Entidades Evangélicas de España y otro con la Federación de Comunidades Israelitas, todos cortados con el mismo patrón, pero con horarios y festividades diferentes.
 
En 1979 ya se había firmado la ratificación del Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales.
 
El gobierno del PSOE en ese momento optó por provocar una inflación de oferta religiosa que disimulara los vergonzosos privilegios de la Iglesia Católica en materia de enseñanza, como en tantas otras.
 
Si ya era bochornoso la introducción de la religión como asignatura en los programas escolares, si no era suficiente con una, la católica, ahora dos o tres más, si no quieres una taza, ahí tienes un pozal.
 
La propuesta de la Comisión Islámica, va en la dirección contraria de lo que debería ser una buena organización de horas lectivas y vacaciones de los escolares, añadiendo un elemento distorsionador más en los irracionales y sobresaturados horarios de los mismos. A la Comisión Islámica le permite la ley hacer semejante solicitud, pero deberían ser las leyes islámicas, las judías o las cristianas las que se adaptasen a las leyes del Estado, y estas al sentido común, a la ciencia, al bienestar y a la educación racional y científica de los alumnos, y no a la inversa como se está haciendo.
 
La Conferencia Episcopal Española, se agarra como un clavo ardiendo a la Constitución Española para defender sus privilegios, ya que en su artículo 16 establece “Los poderes públicos … mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”. Y en materia de enseñanza lo concretiza en el artículo 27. Pero en este punto conviene hacer un pequeño retroceso en el tiempo y situarnos en los inicios de constitucionalismo español, la Constitución de Cádiz de 1812, (La Pepa), la primera que sitúa la soberanía nacional en el pueblo y no en el monarca, de corte liberal y racionalista en su conjunto, sin embargo establece la confesionalidad del Estado, su justificación la da A. Arguelles en un discurso preliminar a la misma en los siguientes términos “como un obsequio doloroso de la paz, pues la doctrina contraria hubiera desencadenado toda la violencia y furia teológica del clero”. Y con la Constitución de 1978 ocurrió lo mismo, en este aspecto, en más de 200 años no hemos avanzado gran cosa.
 
El clero siempre ha sido, y sigue siéndolo, el estamento más cerril y reaccionario de nuestra sociedad y es preocupante que continúe metido en las escuelas. Es hora de decir ya vale, ya está bien, somos mayoría los que queremos una escuela laica, juntos podemos conseguirla, claro que podemos.
 
Ramón García Ortín

 

 

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