Como hacer el imbécil

Escrito por David Navas Pires
Viernes, 04 Diciembre 2015 15:29

Algo tan importante y serio como la política ha sido innumerables veces cuestionado por los propios ciudadanos debido a todo un enjambre de impresentables hipócritas y convenencieros hombres y mujeres que han utilizado la política para fines propios en nombre de la libertad y la nación, algunos incluso se atrevían a decir la palabra “pueblo”. Algo tan sumamente importante como la política, madre de todo Estado que se tercie y de lo que no son Estados, ha sido crudamente asesinada por los más insensibles y egoístas mal llamados/as políticos/as que no han hecho otra cosa que reducir el interés de las personas por la política, directora de nuestras vidas.

Cabe señalar que desde la democracia, los partidos ya no son referentes ideológicos, sino escénicos. Poco importaba ya desde los 80 si proponías una mejora de los servicios públicos o la privatización chusquera de todo aquello que se alimente de impuestos, solo importaba si el aspirante a Presidente o Presidento era guapo, o quien sabe, si también vestía bien…

Pero ese fanatismo marketingiano se ha multiplicado por 2 en cada legislatura, los programas electorales no eran ya un mar de propuestas, eran, o bien el izquierdismo/derechismo más puro, o bien las propuestas más dudosas de cuantos analistas pudieran llegar a creer. Pero oigan ustedes que la cosa siempre va a peor.

La llegada de las redes sociales supuso un acercamiento internacional de información masiva, hasta que los partidos políticos se dieron cuenta de que mediante clicks, me gusta y twitteaciones la cosa podría ser la leche. Tenemos a Podemos y a Ciudadanos, que utilizan las redes para explotar la información de manera sencilla, rápida e incluso efectiva, en el que se apoderan de todo espacio social para llamar la atención, pero la situación empeora cuando llegamos a la caja de la imbecilidad, la tele.

Benditos aquellos momentos de mi infancia donde solo importaban las noticias, los dibujos y ver a 4 tíos y tías darse de tortas contra el suelo para conseguir ganar los concursos, y qué se yo, hasta incluso veía La 2 para ver como el tigre de Bengala se comía una gacela sin pestañear, que cosas de la cultura y del humor, pero ya no, ahora ya no. Ahora sólo importa el marketing político, las escenas sobreescenificadas y absurdas, los momentos más embarazosos y vergonzosos de líderes políticos bailando, contando chistes, haciéndose los simpáticos, consiguiendo la simpatía de los presentadores, hablando con la gente, salvo el caso de “La calle pregunta”, donde parece ser que se escuchan propuestas directamente de los aspirantes, pero oiga, está bien eso ¿no?

Pero no va por ahí la crítica. Los partidos ya ni se molestan en presentar programas, ahora lo que se hace es maquillar, afeitar, repeinar, poner vestidos y trajes bonitos y zapatos que brillen cual luciérnaga, ahora solo importa la imagen, como si de ella comiéramos. Ya ni se la de programas a los que han ido los líderes, aunque no se trata simple y llanamente de los líderes, sino de la propia publicidad del partido. Fichajes estrella, reuniones de élite, viajes increíbles a precios de risa, hasta lo único que les importa, es mostrar la austeridad de su día a día, como si fuera yo votar porque: “Uy, voy a votar a este hombre, que va al baño como yo. ¡Qué natural!”

No tienen vergüenza, pero en realidad nos lo merecemos. No parece que al ciudadano le importe demasiado qué propone, solo les preocupa que su líder sepa saludar en inglés, como si los conocimientos y la intelectualidad se limitaran a una lengua. Qué se puede esperar de un pueblo cuyos conocimientos políticos no pasan por las lecturas de los respectivos programas, sino de qué movimiento reaccionario representa un partido y si habla bien en la tele.

Realmente, la política no la destruyen los partidos, la destruimos nosotras/os. Y los partidos nos dan lo que buscamos, francamente, estoy viendo en mi bola de cristal que en la próxima legislatura el PP contratará para representar al partido a un bailaor de flamenco, el PSOE a un cantante de sevillanas, Compromís a un artista fallero, Ciudadanos a un gerente de bolsa con chispa y Podemos a un filósofo socrático (sin ánimo de ofender a tales oficios, por supuesto).

Que quieren que les diga, como no empecemos a utilizar nuestros cerebros más que nuestros ojos, la política pasará de un chiste a una pesadilla ridícula.

Menos imagen y más programas.

David Navas Pires

 

 

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