El impacto psicológico del paro en las personas

Escrito por Puri Pérez Blasco
Viernes, 10 Abril 2015 15:45

La mayoría de las noticias relacionadas con el  desempleo se han centrado en cifras y porcentajes pero muy poco se ha hablado de las personas que hay detrás de esas cifras, de las consecuencias psicológicas y sociales  para las personas desempleadas y para sus familias. Tampoco podemos olvidarnos que las personas desempleadas tienen padres, hijos, hermanos… que también están padeciendo éstas consecuencias.

Según el profesor Buendía profesor de Psicología de la Universidad de Murcia el impacto psicológico que produce el desempleo es considerado como uno de los eventos de vida más estresantes, teniendo consecuencias para la  salud física y psicológica. Sin embargo el apoyo de las administraciones públicas a este colectivo que en nuestro municipio asciende a un total de 8.550 personas aproximadamente se puede decir que es más bien escaso.

Las fases por las que de forma general atraviesa una persona adulta desempleada se pueden dividir en cuatro. Existe una primera fase de shock, en la que hay un sentimiento de desorientación y confusión acompañado de  una sensación de fracaso y de incapacidad de hacer planes para el futuro.

A este estado le sigue una fase de ligera recuperación, en la que la persona tiene la impresión de estar de vacaciones.

En una tercera fase la persona realiza gestiones para encontrar trabajo y no lo consigue, tras varios esfuerzos repetidos infructuosos la persona puede llegar a sentirse ansioso y pesimista, con períodos de melancolía e irritabilidad, en los que también pueden tener lugar la aparición de trastornos psicofisiológicos (insomnio, migrañas…).

En la última fase, tiene lugar el reconocimiento de la propia identidad de desempleado con todas sus características psicológicas. La persona llega a ser fatalista, vivencia el paro como un fracaso personal lo que le puede conducir al aislamiento, es aquí donde puede aparecer la depresión.

La situación del desempleo es vivenciada e interpretada de manera diferente de acuerdo con los recursos personales y los apoyos sociales que modulan y amortiguan los efectos debilitadores. Mediante el apoyo social las personas desempleadas pueden sentir que forman parte de una red social valorada dentro de la cual tienen la posibilidad de dar y recibir, el impacto del estrés es modificado de forma sustancial por el apoyo social. También destacar que influyen otras muchas variables como son, los recursos económicos, la edad, duración del desempleo…

Pero hay una serie de aspectos que podemos considerar generales respecto a la función que juega el trabajo en la vida social.  Obtener un empleo es una expectativa social y cultural adquirida desde la infancia, cuando el individuo logra insertarse en el mundo del trabajo, accede a un nuevo status y a una nueva identidad social. El desempleo interrumpe este proceso.
Marie Jahoda, (experta en el estudio del desempleo) ha propuesto un sistema para entender la situación por la que atraviesa el desempleado.

La primera consecuencia de quedarse desempleado hace referencia al nivel económico,  esta consecuencia por sí sola ya supone como es evidente una fuente importante de ansiedad. En este municipio existen familias que tienen verdaderas dificultades para llegar a fin de mes, y entre esas dificultades se encuentra algo tan básico como poder dar de comer a sus hijos. Podemos imaginarnos, sin necesidad de hacer un gran esfuerzo las repercusiones que ésta situación puede tener en los padres, pero por supuesto también en los hijos.

Pero las consecuencias van más allá aún de los ingresos económicos, el empleo impone una estructura de tiempo. El paso de tener un horario establecido a dejar de tenerlo supone una reorganización del tiempo que no siempre es fácil. Es importante para la persona desempleada crear una rutina con nuevas actividades.

Según el profesor Buendía, podemos decir que el desempleo también afecta a las relaciones con los otros. Destacar aquí, que generalmente se le hace responsable de su situación sobre todo en determinados ambientes en el que se trasmite el mensaje de “el que no trabaja es porque no quiere” y que explicaría la tendencia de muchas personas a refugiarse en sí mismos. Es muy importante que la persona luche contra ese aislamiento, debe darse permiso para sentirse bien y divertirse, no es una irresponsabilidad, es una forma de recargar energías para seguir hacia nuestras metas.

En este sentido podemos afirmar que este tipo de mensajes son hirientes y totalmente injustos contra un colectivo que está luchando por salir adelante con su  esfuerzo y lucha diaria. Esa forma de resolver los problemas recurriendo a la culpabilización es una forma simplista y ofensiva de plantear un problema tan grave como el desempleo. El mensaje que se le debe trasmitir a una persona desempleada según el profesor Buendía  es que su condición de persona desempleada no lo define como persona, que también somos estudiantes, padres/madres, amigos y que el estar desempleado es una transición de un empleo a otro.

Con todo lo expuesto anteriormente, se hace evidente que las consecuencias del desempleo sobre las personas son amplias,  complejas y dolorosas, y que por tanto  no se puede cerrar los ojos ante el drama que están padeciendo muchas personas .Es necesaria   una respuesta por parte de las administraciones públicas que se concreten en políticas de empleo y programas de apoyo para las personas desempleadas haciendo que  dejemos de ser simples números para pasar a ser personas dignas de atención.

Puri Pérez Blasco
Psicóloga y miembro del Consejo Ciudadano de Podem Morvedre

 

 

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