Paren el mundo que me bajo

Escrito por Tania Ortiz Alcázar
Viernes, 12 Septiembre 2014 18:47

Nos acercamos a época de elecciones, en nueve meses veremos su carita, y la sinrazón se apodera de los habitantes de este planeta. Determinados comentarios y acciones me provocan los típicos síntomas del embarazo, náuseas y mareos. ¡Qué duros se me van a hacer estos meses!.

Parto de la legitimidad de la reivindicación, la protesta y las movilizaciones como medio para conseguir objetivos, pero no entiendo que se acuda a ellos sin petición previa por los cauces normales y sin conocimiento del receptor de las mismas. Imagino a mi vecina empapelando la escalera con carteles reivindicativos y altavoz en mano desde la calle protestando por el volumen de la música, sin haber tocado de forma previa a mi puerta y habérmelo solicitado. Petición justa, sin duda, forma desproporcionada, evidentemente.

Pero claro, para qué voy a pedirlo directamente, no vaya a ser que me lo solucionen y pierda la oportunidad de la teatralización y relevancia pública gratuita, y si rasco algún voto mejor. Lo peor de todo esto es que muchos de los que recurren al sistema de matar moscas a cañonazos en sus reivindicaciones, no se dan cuenta de que en realidad al que les incita a armarla, lo más gorda posible porque sino no nos harán caso, le importa menos la causa que el rédito político que pueda obtener.

En fin, invito a la comunicación de lo que nos preocupa, necesitamos, agrada, perjudica, etc, pero creo en el equilibrio entre la causa y los medios utilizados para su consecución o simplemente para hacernos escuchar. Ahora bien, si lo que queremos no es solucionar las cosas, sino hacer política, desde luego, esa vía es la adecuada, sin ética, pero adecuada.

Otra de las situaciones que incrementan este desasosiego es la política del insulto y del desprecio absoluto por los logros ajenos. Es un recurso fácil y tramposo el recurrir a la descalificación ante la falta de argumentos, tal y como mostraron algunos concejales en la celebración del último pleno. Ante la falta de argumentos veíamos como recurrían a descalificaciones genéricas como “corruptes” o “lladres”, y digo genéricas porque la cobardía les impide efectuar una acusación que no podrían demostrar donde corresponde. Defender los intereses de nuestros vecinos, siempre, insultos en lugar de argumentos, penoso.

Tampoco entiendo la relevancia que determinados sucesos cobran, alimentados en parte por los medios de comunicación y/o su difusión en redes sociales. Me pregunto la necesidad de una cobertura diaria de la noticia de la aparición de un grupo de cerdos vietnamitas, o de que cualquier desperfecto en el mobiliario urbano o en las calles de nuestra ciudad se comunique a los medios de comunicación en lugar de al ayuntamiento.

Y lo peor es que hemos llegado a un momento en el que generar crispación y malestar entre la ciudadanía se ha convertido en una forma de hacer política. Las propuestas de tu partido, que fuiste incapaz de ejecutar, ahora las criticas porque otro las ha realizado, para algunos políticos locales los plenos se han convertido en su único escenario, convertimos lo anecdótico en noticia de primera página, hagas lo que hagas, siempre es más importante lo que queda por hacer.
No quiero cerrar este artículo dejando una sensación de pesimismo. Por eso invito a la sensatez y al sentido común. Es fácil dejarse llevar por el canto de sirenas que promete un mundo mejor, sin necesidades, ni esfuerzos, con pagas universales, servicios excelentes y un arco de derechos inabarcable, pero es mentira.

El mundo es como es y no van a cambiar el sentido de rotación de la tierra porque si queremos podemos. La realidad se mejora con mucho esfuerzo, trabajo y sacrificio, y es muy duro el camino para conseguirlo.

Comprendo que es más fácil creerse los cuentos de hadas, que genera endorfinas, visualizar un paraíso social. Es cómodo, además, dejarse llevar por la plácida y tibia corriente en la que no se realiza ningún esfuerzo de pensar, valorar, analizar y discernir y, simplemente, cumples como un buen ciudadano si criticas y si lo haces a gritos, mejor.

Es cierto que requiere más esfuerzo salirse de la corriente para valorar la realidad, el criterio y las actuaciones concretas, los hechos, no las opiniones. Pero creo en la madurez de las personas, en la mayoría silenciosa y, fundamentalmente, en que no se puede confiar en aquellos que te dicen siempre, siempre, siempre, que tienes razón. Te engañan.

Tania Ortiz Alcázar

Secretaria de Organización del PP de Sagunto

 

 

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