Con la proximidad de las elecciones, algunas agrupaciones políticas acudieron a Acció Ecologista-Agró del Camp de Morvedre para conocer cuáles eran nuestras reivindicaciones medioambientales para el término municipal de Sagunt. Tras esa consulta flotaba la necesidad de incluir propuestas concretas en sus programas electorales. A pesar de que muchas de esas propuestas son bastante necesarias, nos tememos que se acaben abandonando cuando llegue la hora de pasar de las promesas a los hechos. Porque pensamos que el medio ambiente sigue tratándose como un simple apéndice en la actividad municipal.
Los discursos electorales de todos los partidos se conforman básicamente alrededor de la economía, los salarios, los impuestos, el empleo, las infraestructuras y el ataque frontal a sus rivales. Parece que lo realmente importante sea sólo el desarrollo económico, y se dedica un tiempo mínimo a otros asuntos más conectados con el desarrollo y el bienestar humano: la cultura, la salud, la educación y el medio ambiente. El medio ambiente, no el ecologismo.
Todas las agrupaciones políticas, excepto las denominadas verdes, huyen de las palabras ecologismo y ecología, no vaya a ser que les confundan con unos exaltados preocupados por la destrucción del planeta. Así, prefieren encerrar sus políticas para la protección de espacios naturales y de especies animales y vegetales bajo la aséptica etiqueta de medio ambiente, como si fuera algo separado de la vida humana.
Formamos parte de un ecosistema. Aunque esta palabra les cause urticaria a muchos, los seres humanos vivimos dentro de ecosistemas de una gran complejidad en los que todo está interrelacionado. Los ciclos vitales de todos los seres dependen del clima, la calidad del agua, de la tierra y la del aire, la biodiversidad... y muchos otros factores. Nosotros no vivimos ajenos a ellos. Todo eso afecta a nuestra vida y nuestra salud, y nuestras acciones afectan a todos esos procesos. En un ecosistema ninguno de los elementos que lo conforma es independiente ni invulnerable.
Ciudadanos y políticos, deberíamos tener siempre presente que todo lo que empobrece y deteriora nuestro ecosistema, el medio ambiente, vuelve como un boomerang para empobrecer y deteriorar nuestra propia existencia. Una política medioambiental plausible no consiste sólo en proteger espacios y especies, algo lamentablemente imprescindible, sino en que el cuidado y la atención hacia nuestro medio ambiente sea tratado transversalmente. Necesitamos un cambio de mentalidad. Mientras pensemos que el medio ambiente es un pequeño apartado que existe porque hay subvenciones europeas, estamos perdiendo tiempo, recursos, dinero y calidad de vida. Del mismo modo que el beneficio económico empapa cada una de las acciones humanas de esta sociedad, con más razón el ecologismo debería ser nuestra brújula para tomar decisiones. Un ayuntamiento, o un gobierno, que quiera ser coherente cuando habla del cuidado del medio ambiente, debería hacerlo extensible a todos sus departamentos: urbanismo, cultura, educación, salud, economía, residuos, turismo...
Quizá algunos ejemplos aclaren lo que queremos decir. La política de expansión inmobiliaria desarrollada por gobiernos autónomos y ayuntamientos durante la última década no solo ha contribuido a deteriorar el medio ambiente y el paisaje sino que al final ha creado más paro y pobreza. Queda claro que era una política insostenible. Otro ejemplo es el de la movilidad urbana, el uso excesivo del coche en nuestra ciudad. Cuando reclamamos serenar el tránsito, más carriles bicis o zonas peatonales, estamos trabajando por el medio ambiente pero también por nuestra salud y por la economía si gastamos menos en gasolina.
Con estos ejemplos queremos indicar la necesidad de integrar el medio ambiente en el conjunto de las decisiones de la corporación. Quizá la constitución de un órgano interdisciplinar, a nivel de equipo de gobierno, al estilo del ayuntamiento de Vitoria, podría ayudar en este sentido.
Desde Acció Ecologista-Agró nos comprometemos a lanzar propuestas, denunciar abusos, educar comportamientos e informar a la población para cuidar y mejorar este maltrecho ecosistema en el que nos toca vivir. Esto no es una promesa electoral, es nuestra razón de ser.
ACCIÓ ECOLOGISTA AGRÓ
Los discursos electorales de todos los partidos se conforman básicamente alrededor de la economía, los salarios, los impuestos, el empleo, las infraestructuras y el ataque frontal a sus rivales. Parece que lo realmente importante sea sólo el desarrollo económico, y se dedica un tiempo mínimo a otros asuntos más conectados con el desarrollo y el bienestar humano: la cultura, la salud, la educación y el medio ambiente. El medio ambiente, no el ecologismo.
Todas las agrupaciones políticas, excepto las denominadas verdes, huyen de las palabras ecologismo y ecología, no vaya a ser que les confundan con unos exaltados preocupados por la destrucción del planeta. Así, prefieren encerrar sus políticas para la protección de espacios naturales y de especies animales y vegetales bajo la aséptica etiqueta de medio ambiente, como si fuera algo separado de la vida humana.
Formamos parte de un ecosistema. Aunque esta palabra les cause urticaria a muchos, los seres humanos vivimos dentro de ecosistemas de una gran complejidad en los que todo está interrelacionado. Los ciclos vitales de todos los seres dependen del clima, la calidad del agua, de la tierra y la del aire, la biodiversidad... y muchos otros factores. Nosotros no vivimos ajenos a ellos. Todo eso afecta a nuestra vida y nuestra salud, y nuestras acciones afectan a todos esos procesos. En un ecosistema ninguno de los elementos que lo conforma es independiente ni invulnerable.
Ciudadanos y políticos, deberíamos tener siempre presente que todo lo que empobrece y deteriora nuestro ecosistema, el medio ambiente, vuelve como un boomerang para empobrecer y deteriorar nuestra propia existencia. Una política medioambiental plausible no consiste sólo en proteger espacios y especies, algo lamentablemente imprescindible, sino en que el cuidado y la atención hacia nuestro medio ambiente sea tratado transversalmente. Necesitamos un cambio de mentalidad. Mientras pensemos que el medio ambiente es un pequeño apartado que existe porque hay subvenciones europeas, estamos perdiendo tiempo, recursos, dinero y calidad de vida. Del mismo modo que el beneficio económico empapa cada una de las acciones humanas de esta sociedad, con más razón el ecologismo debería ser nuestra brújula para tomar decisiones. Un ayuntamiento, o un gobierno, que quiera ser coherente cuando habla del cuidado del medio ambiente, debería hacerlo extensible a todos sus departamentos: urbanismo, cultura, educación, salud, economía, residuos, turismo...
Quizá algunos ejemplos aclaren lo que queremos decir. La política de expansión inmobiliaria desarrollada por gobiernos autónomos y ayuntamientos durante la última década no solo ha contribuido a deteriorar el medio ambiente y el paisaje sino que al final ha creado más paro y pobreza. Queda claro que era una política insostenible. Otro ejemplo es el de la movilidad urbana, el uso excesivo del coche en nuestra ciudad. Cuando reclamamos serenar el tránsito, más carriles bicis o zonas peatonales, estamos trabajando por el medio ambiente pero también por nuestra salud y por la economía si gastamos menos en gasolina.
Con estos ejemplos queremos indicar la necesidad de integrar el medio ambiente en el conjunto de las decisiones de la corporación. Quizá la constitución de un órgano interdisciplinar, a nivel de equipo de gobierno, al estilo del ayuntamiento de Vitoria, podría ayudar en este sentido.
Desde Acció Ecologista-Agró nos comprometemos a lanzar propuestas, denunciar abusos, educar comportamientos e informar a la población para cuidar y mejorar este maltrecho ecosistema en el que nos toca vivir. Esto no es una promesa electoral, es nuestra razón de ser.
ACCIÓ ECOLOGISTA AGRÓ
