La enseñanza en español, no en catalán

Escrito por Ramón García Ortín
Viernes, 22 Septiembre 2017 16:58

«España no necesita hombres que sepan, sino bueyes que trabajen», esta frase de Bravo Murillo cuando era ministro de Isabel II, condensa la mentalidad de los monárquicos de la mitad del siglo XIX en España, y, como no podía ser de otra forma, tan ilustre personaje tiene dedicada una de las principales calles en Madrid y en consonancia con dicha mentalidad, tras la restauración borbónica en 1874 en la persona de Alfonso XII, a consecuencia del pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto, que acabó con la I República, una de las medidas que tomó el Gobierno de la restauración fue suspender mediante decreto la libertad de cátedra si atentaba contra los dogmas oficiales religiosos, políticos o morales, Gobierno que estaba encabezado por Cánovas del Castillo, que también tiene dedicada calles hasta en El Puerto.
 
El decreto acarreó que un buen número de catedráticos de la Universidad fueran separados de la misma por negarse a ajustar sus enseñanzas al integrismo católico impuesto por el Gobierno y les obligó a seguir su labor pedagógica al margen de los cauces oficiales, creando en 1876 la prestigiosa Institución Libre de Enseñanza, institución privada con sede en Madrid, cuyo ideario estaba basado en la laicidad, el pensamiento crítico, la libertad de cátedra, la coeducación, la apertura al exterior...
 
La Institución se convirtió en el centro de toda una época de la cultura española y en cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas extranjeras. En ella dieron su colaboración lo más destacado de la intelectualidad española y extranjera, desde Darwin hasta Einstein, desde B. Russell a L.Tolstoi, de Ramón y Cajal a Juan Ramón Jiménez, de...Hasta que llegó Franco, que la presentó como el origen de todos los males de España.
 
Pocos años después, con un ideario más social, pero igual de abierto y progresista, Francisco Ferrer y Guardia fundó a principios del siglo XX en Barcelona la Escuela Moderna, también privada y por los mismos motivos que se había creado la Institución Libre de Enseñanza, la escuela pública inspirada por Cánovas no podía atentar contra los dogmas de fe católicos ni ir contra el ideario integrista de la Iglesia. La escuela de Ferrer i Guardia rompió con el control exclusivo del clero en la enseñanza al extender sus textos, objetivos y metodología por casi toda España. Trataba de dar una enseñanza racional y científica e introdujo entre otras cosas la laicidad, la coeducación, los ideales de igualdad, es importante resaltar la manifestación que hace como presentación del proyecto en su obra “La Escuela Moderna” sobre el idioma en que debe dar la enseñanza: «Hubo quien, inspirado en mezquindades de patriotismo regional, me propuso que la enseñanza se diera en catalán, empequeñeciendo la humanidad y el mundo a los escasos miles de habitantes que se contienen en el rincón formado por parte del Ebro y los Pirineos. Ni en español la establecería yo -contesté al fanático catalanista-, si el idioma universal, como tal reconocido, lo hubiera ya anticipado el progreso. Antes que el catalán cien veces el esperanto».
 
Hoy en día el inglés es lo más aproximado al idioma irreal, el esperanto, al que se refería Ferrer, como idioma internacional y común para todo el mundo, de tal manera que en la actualidad y con mayor razón Ferrer i Guardia podría decir en la Comunidad Valenciana «La enseñanza en español... y ni en español la establecería, antes que en valenciano cien veces en inglés».
 
La fuerza de la frase no radica solo en la figura y personalidad de quién la realiza, un icono de la escuela progresista, sino también en el contenido en si mismo. De la enseñanza pública en catalán (o valenciano) solo saca beneficio el nacionalismo y los nacionalistas, sin quitar el derecho a realizarla en este idioma quien lo desee poniendo a su disposición los medios necesarios.
 
Francisco Ferrer i Guardia era un catalán, comunista libertario, que pago el atrevimiento de la iniciativa con su vida, fue fusilado en Montjuic en 1909 acusado de incitar la rebelión contra la guerra de Marruecos que culminó en la llamada Semana Trágica.
 
Cánovas se apoyó en la religión y en el clero para la Formación del Espíritu Nacional en la escuela, pues para él la nación era un proyecto sostenido en la voluntad divina. Tras el paréntesis de la II República, Franco retomó los postulados de Cánovas y los aderezó además con una buena dosis de fascismo y ahora los nacionalistas utilizan la lengua para la Formación del Espíritu Nacionalista y no solo en la escuela también en la función pública.
 
El nacionalismo está haciendo implosionar el espíritu de apertura, de integración, de solidaridad, de igualdad, que informaban tanto la Institución Libre de Enseñanza como la Escuela Moderna, están utilizando la lengua como elemento de segregación, de exclusión, de marginación, empleando a veces procedimientos que despiden un tufo horrible: al menos hasta hace poco no era infrecuente que cuando iban a escolarizar los padres a sus hijos se encontraban con que en valenciano si lo podían hacer cerca de casa, pero en castellano no quedaban plazas, por lo que la administración municipal le ofrecía como opción ir a un colegio que está situado donde Cristo perdió el gorro y que recoge a buena parte de los excluidos sociales.
 
Es curioso que se ha logrado sustituir los vocablos lengua española por los de lengua castellana, cuando la lengua que se habla en Castilla se llama española porque también la hablan todos los canarios, todos los andaluces, todos los extremeños, todos los valencianos, todos catalanes, todos los vascos, todos los asturianos, todos los gallegos, todos los de las Baleares, todos los...es decir todos los que hoy por hoy configuramos España.
 
De la situación que se está viviendo en estos momentos en Cataluña no es ajeno el tema de la lengua, que se ha utilizado como uno de los elementos cristalizadores del independentismo. Y se ha estado potenciando con especial énfasis desde todas las instituciones, tanto estatales como autonómicas, tanto por parte de los gobiernos del PSOE, como del PP y por supuesto de Convergencia y Unió, de tal manera que parece que estamos al final de un proceso de obsolescencia programada.
 
Todo lo dicho hasta aquí no es óbice para defender el derecho de autodeterminación de los catalanes, su derecho a decidir si quieren irse o si quieren quedarse, pero, tanto en un caso como en el otro, el planteamiento de Ferrer i Guardia, sobre en que lengua se debe enseñar, seguiría siendo válido desde el punto de vista progresista.
 
Ramón García Ortín
Modificado por última vez en Viernes, 22 Septiembre 2017 19:46

 

 

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