Es de marranos

Escrito por Ramón García Ortín
Viernes, 21 Abril 2017 16:08

El sábado 15 de abril pasé con unos amigos por la plaza Cánovas del Castillo, en El Puerto a las dos de la tarde, con un sol espléndido y temperatura más que agradable, íbamos a uno de los restaurantes de la zona. La imagen de la plaza era deplorable, indignante, el radiante sol resaltaba por doquier los orines de los perros, que discurrían desde las farolas hasta la calzada, los setos de la zona ajardinada están alfombrados de los mismos excrementos caninos, la temperatura mas que primaveral calentaba los mismos despidiendo un olor ácido desagradable. Situación parecida a la que podemos encontrar a todo lo largo y ancho tanto de El Puerto como de Sagunto.
 
Tener una mascota, puede ser un derecho de cualquiera, pero conlleva también obligaciones, no solo para con el animal sino también para con el resto de conciudadanos. Los dueños de perros tienen derecho a disfrutar del animal, pero no lo tienen a ensuciar el pueblo como lo hacen. Sacar a mear y cagar el perro a la vía pública, a los parques y jardines, no es demostrar mayor o menor amor y respeto a los animales es sencillamente de marranos y una muestra de incivismo y falta de consideración y respeto al resto vecinos.
 
Los ciudadanos, incluidos los dueños de los perros, tenemos el derecho a disfrutar de un pueblo limpio y saludable, y la obligación de no ensuciarlo, pero la situación ha llegado a tal grado de deterioro que alguna gente ya ve como lo más natural del mundo pasear por calles, plazas y jardines sucios e insalubres, mientras crece el malestar y la indignación entre el resto. Es inaudito que algunas empresas dedicadas al adiestramiento de canes editen auténticos manuales de como enseñar a los perros a hacer sus necesidades en la calle, es decir en la puerta del vecino, en lugar de en su casa, se ha podido incluso ver y escuchar esto mismo en algunos programas televisivos.
 
Hasta tal punto se está desbordando el asunto, que por las informaciones aparecidas en la prensa recientemente, alguien ha pensado que la única forma de acabar con el problema es acabar con los perros, por lo que se ha dedicado a esparcir cebos envenenados por doquier, lo cual no es ninguna solución sino un problema añadido y grave.
 
Mientras tanto quienes tienen el deber de poner las cosas en orden, siguen mirando al techo, porque si miraran al suelo que pisan seguro que tomarían medidas, o es que no bajan del coche, me refiero a los que nos gobiernan en el Ayuntamiento, o quizás es que no ven el problema que perciben la mayoría de la ciudadanía y que va incrementándose día a día y con la dinámica que lleva acabará a mamporros entre vecinos con toda seguridad.
 
Resulta contradictorio que quienes han organizado la marimorena con excusas medioambientales pasen olímpicamente de este asunto, quizás por ser un tema que no viene con el manual de instrucciones del programa electoral o por tener miedo a colocar las cosas en su sitio por si molestan a alguien, en cualquier caso queda en entredicho su vocación ambientalista o es que tienen un concepto burocrático de lo que es el medio ambiente.
 
El Ayuntamiento como poder público tiene la obligación de velar porque todos los ciudadanos puedan disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona y cuidar así mismo de conservarlo, lo que quiere decir poner los medios adecuados para estos fines, tiene el poder para ello, y el medio ambiente comienza en nuestra propia casa y continúa de la puerta hacia afuera, en la calle y más allá.
 
Sorprende también la sesgada reacción de la concejala de Sanidad y presidenta del Consejo de Bienestar Animal, María Giménez que ante el grave problema de los envenenamientos producidos, se ha limitado ha hacer lo más fácil: señalar las leyes y penas que puede acarrear esta incívica práctica y cita el Código Penal y las leyes al respecto de la Generalitat Valenciana, le aconsejo también que se lea la Constitución Española, en concreto sus artículos 43 y 45 y aborde el problema en todas sus dimensiones.
 
Se está saliendo la situación de cauce y se podía prever desde hace largo tiempo, y el Gobierno Municipal (el actual y los pasados) es el principal responsable porque es el obligado por ley a velar por la salud y el medio ambiente, y sin embargo todos los que han pasado en las últimas legislaturas se han mostrado insensibles ante el problema, mientras tanto Sagunto y El Puerto están cada vez mas sucios e insalubres.
 
Hace ya años que se tenía que haber iniciado una campaña sistemática para erradicar la suciedad perruna de nuestro municipio, y cada vez va a ser mas costoso realizarla con éxito en la medida que, como he citado antes, mucha gente ve como algo normal deambular entre excrementos y hay que lograr que deje de ser normal, no puede continuar por más tiempo que todas las esquinas, todas las farolas, todas las señales, tengan la base corroída y ennegrecida por los orines de perro y los mismos discurriendo por las aceras, no puede continuar que los setos de parques y jardines sigan malolientes por el mismo motivo. Es responsabilidad del Gobierno Municipal acabar con esta situación, pero también de los grupos de la oposición, pues comparten con el gobierno el temor a proponer las medidas pertinentes para abordar y solucionar el problema.
 
Hace cuatro años le propuse una hoja de ruta al Alcalde de entonces: Alfredo Castelló, para que asumiera sus competencias, se la repito idénticamente ahora al Sr. Quico Fernández:
 
En primer lugar, pasee por Sagunto y por El Puerto y compruebe que no es ninguna exageración lo que he relatado. Hable con los vecinos, que hasta ahora son los que se han encargado de hacer de policías, recriminando a quienes dejaban a sus mascotas ensuciar las calles y aceras, y le confirmaran también lo grave de la situación.
 
A continuación saque un bando, recordando a todos los vecinos que tengan la intención de adquirir un perro como mascota:
 
Que estos tienen el hábito de marcar el territorio con sus orines, costumbre innata incompatible con la higiene pública.
 
Que además de mover la cola de alegría cuando nos ven llegar necesitan comer, cagar y mear todos los días. Que deben enseñarles no solo a obedecer a las voces de «sit» y «plas» (que está muy bien y gracioso), sino también a cagar y mear en su casa o en el campo (los animalitos son muy inteligentes y lo aprenderán rápido).
 
Que no pueden sacar a cagar y mear a los perros a la calle. Que en los parques y zonas ajardinadas los animales no pueden ir sueltos, ni atados.
 
Que en un tiempo prudencial quienes quieran tener un animal de compañía deberán disponer en su piso de un lugar adecuado para que hagan sus necesidades.
 
Deseeles finalmente que con sentido común e higiene disfruten de sus mascotas.
 
Pero haga cumplir el bando, destine el personal adecuado para ello, no hace falta que saque al séptimo de caballería, se necesita paciencia y perseverancia, porque el problema está muy enquistado. Coloque en los parques principales y zonas preferentes a agentes con la suficiente autoridad para advertir de las obligaciones vecinales a los infractores (similares a los de la zona azul si es preciso). Y mientras tanto limpie Sagunto y El Puerto de inmundicia, ordene la limpieza periódica de esquinas, aceras, farolas, setos, señales indicadoras y soportales.
 
Ramón García Ortín

 

 

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