#wikimorvedre: Religiosidad y el Camp de Morvedre (I)

Escrito por Albert Llueca Juesas
Viernes, 04 Noviembre 2016 17:23

La historia no se cuenta siempre pasando por los grandes acontecimientos. Se puede contar con las personas que hacen la historia.

La microhistoria es una rama de la historia social de desarrollo reciente, que analiza cualquier clase de acontecimiento, personajes u otros fenómenos del pasado que en cualquier otro tratamiento de las fuentes pasarían inadvertidos. La razón por la que llaman el interés del historiador puede ser muy diversa: puede ser lo raro pero también lo cotidiano. En todo caso, demuestra tener posibilidades interpretativas desusadas cuando el historiador introduce la llamada reducción de escala o el examen con lupa del pasado, que constituye el instrumento innovador de esta disciplina.

Desde mucho antes que surgiera el término hubo reflexiones teóricas sobre la necesidad de una historia más cercana a la cotidianidad (por ejemplo, el concepto de intrahistoria de Miguel de Unamuno), pero no es hasta finales del siglo XX en que, influenciada por la metodología de la historia social renovada por E. P. Thompson, la microhistoria propone aparcar el estudio de las clases sociales para interesarse por los individuos. Siguiendo el destino particular de uno de ellos, se aclaran las características del mundo que le rodea. Esta perspectiva suele acudir a la colaboración de otras ciencias sociales, como la antropología (influencia de Thompson y Clifford Geertz) y la sociología. La historia local también suele ser una disciplina con puntos de contacto con la microhistoria.

Desde un punto de vista más general, la microhistoria es una vía para una renovación de la historia: Las corrientes historiográficas principales se han basado generalmente en una concepción macro histórica de los hechos, desde los primeros momentos del estudio de la Historia, con Heródoto (que no obstante se esforzaba también por hacer un mayor estudio y análisis de la sociedad de la época) y desde entonces hasta nuestros días. Habitualmente se han limitado a narrar o interpretar grandes sucesos, procesos, hechos, o personajes históricos, pero sin interpretar desde la pequeña escala las realidades sociales, cambiantes o permanentes, que son la base en torno a la cual gira el desarrollo y el desenvolvimiento de la historia.

Es importante conocer las campañas militares de Jerjes, Alejandro Magno o Napoleón, decidir si llamamos clase u orden a los campesinos franceses del XVII, o cuál fue el crecimiento de la producción de acero en el siglo XIX. Pero nuestra visión quedará tuerta si ignoramos el fundamento vital de los procesos que estabilizaron, cambiaron o revolucionaron las sociedades en cada entorno y época. Sin el estudio concreto de los sucesos individuales (encuadrados y relacionados con su contexto) no se puede entender la verdadera dimensión del desarrollo del conjunto de los sucesos históricos. Es interesante una descripción histórica a gran escala, pero igual de importante es ver cómo se desarrollan las sociedades a través de hechos cotidianos y aparentemente intrascendentes, pero que expresan los desarrollos histórico-sociales de cada momento. Esta sería la realidad profunda de la historia, y por eso es importante la microhistoria.

Durante muchos años los religiosos y religiosas (de todas las fes) han sido muy importantes en nuestra historia, la del Camp de Morvedre, los que hoy listamos aquí no son los únicos, ni los más importantes. Este listado es una simple aproximación a este fenómeno poco estudiado.

FRANCISCO MARESME (Morvedre, 1379 -Grenoble, Francia, 23/01/1463)

Religioso cartujo. Ingresó en la Cartuja de Portaceli en 1402 de la que llegó a ser prior en 1414. En 1411 ya se había ganado la reputación de “varón de esclarecida piedad, de reconocida prudencia y erudicción digna de alabanza”.

En 1414 fue nombrado prior de la cartuja, cargo que ejerció con el beneplácito de los monjes de su comunidad durante diez años, consiguiendo que la Orden de San Bruno, dividida en dos ramas como todas las otras a causa del cisma, se unieran bajo las órdenes de un sólo padre prior.

En 1424 fue trasladado a la cartuja catalana de Montealegre, fundada en 1415, con el cargo de procurador. Después de veinticinco años es trasladado a la Gran Cartuja de Grenoble (Francia) como coadjutor. En 1433 vuelve a Montealegre como prior, cargo que no ejerció por reclamarlo a su lado el padre general, Guillermo de Lamotte. A la defunción de éste fue nombrado para ocupar su puesto el padre Francisco Maresme. En su tiempo se celebró el Concilio de Basilea, trasladándose éste a Ferrara (Italia). Algunos prelados quedaron en Basilea con el ánimo de deponer al legítimo pontífice de Roma y nombrar a otro. Nuestro monje obtuvo diez votos para tan codiciada responsabilidad pero una vez más demostró su fidelidad a la iglesia y se ausentó del Concilio. Enterado el Papa Eugenio quiso premiarle con el capelo cardenalício al que el padre Francisco Maresme renunció humildemente al preferir la soledad de su retiro.

Siendo general de su orden creó la provincia de Castilla, separando las casas que la formaban de la de Cataluña. Restauró la Gran Cartuja destruida por un pavoroso incendio. En Grenoble (Francia) restauró la ermita de Nuestra Señora de Casalibus.

El padre Francisco Maresme falleció en la Gran Cartuja de Grenoble el 23 de enero de 1463 después de haber ejercido durante más de veinticinco años como General de la orden de San Bruno. En la entrada de la iglesia conventual, al lado del Evangelio, un busto y el nombre de Francisco Maresme junto a otros relevantes monjes, guarda la memoria de este ilustre saguntino del siglo XV. En Sagunto, su ciudad natal, se le dedicó una calle en Ciutat Vella y se le erigió un sencillo monumento a su memoria en la actual plaza de los Fueros.

Albert Llueca Juesas
Presidente de l’Arxiu Camp de Morvedre

 

 

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